Gorgias y el Multiculturalismo
Publicado en: Pablo Lazo Briones (comp.) Ética, hermenéutica y multiculturalismo, Edit. Universidad Iberoamericana, México, 2008.
Dado
que a Grecia se le considera la cuna de Occidente, no es descabellado achacarle
la responsabilidad de las actitudes multiculturales de Europa y los Estados
Unidos a los pensadores de antaño.[1]
Sin embargo, como dice Francisco Rodríguez Adradós, hay muchas Grecias. [2]
Por ende, surgen nuevas posibilidades de explorar las relaciones
multiculturales en Occidente justo a través de una Grecia no platónica,
como es la de los sofistas.[3]
Sofística y multiculturalismo
La sofística, en cuanto movimiento intelectual, promovió el
humanismo, la retórica, el estudio del
hombre, de la naturaleza y una educación
innovadora para su época.[4]
Observados los sofistas con la mirada de hoy, bien pueden relacionarse con el multiculturalismo. Sin
pretender ser anacrónico, tenderé puentes de comunicación entre lo que ellos
hicieron y la lectura que queremos realizar. Cabe acotar que entiendo,
siguiendo a Fred L. Standley, que el multiculturalismo trata sobre los diversos
temas vinculados a la diversidad cultural.[5]
Parto
de la siguiente realidad: Grecia tenía una unidad y, al mismo tiempo, era multicultural;
es decir, divergía en nacionalidades, mitos, ritos, creencias y costumbres que
constituían prácticas culturales variadas. Más aún, los griegos tenían
relaciones comerciales, diplomáticas y de
migración, no sólo entre las poleis,
sino también con los extranjeros.[6]
En el marco de estas relaciones surgió la sofística, que era ya un movimiento de sepa multicultural en
tanto que involucraba a personajes de distintas procedencias y un magisterio itinerante
que conllevaba en su propio ejercicio una experiencia de la diversidad
cultural, como podemos inferir, por ejemplo,
en la sugerencia de Filostrato respecto al agnosticismo protagórico, al
decir: “[…] me parece a mi que Protágoras deriva tal impiedad de la doctrina
persa”.[7]
Esto supone la conciencia de un otro cultural, y lanza la
hipótesis de que afecta al “yo”, pero ¿acaso estas vivencias fueron reflexionadas
por los sofistas? Al intentar responderlo, nos topamos con la limitante de que
sus obras son fragmentarias y sus abordajes explícitos al respecto son
prácticamente nulos.
Protágoras y Gorgias son los dos principales sofistas.
Aunque en el primero se halla el esqueleto de una teoría que explica el origen
de la cultura a través del mito prometéico y el homo mensura, no llega a una
reflexión multicultural. Mas el segundo, presenta algunos pasajes y un par de
discursos, que revelan –o al menos hacen suponer- una experiencia multicultural
que fue reflexionada
Entonces, apegándonos a la gran corriente ensalzadora e
hiperbolizante de Grecia, podemos anunciar con gusto que Gorgias es el padre
del multiculturalismo.
Gorgias multicultural
Se tiene el registro de una burla gorgiana contra Jerjes,
que se revela como una actitud, si no etnocéntrica, al menos anti-persa por obvias
razones históricas.[8] Si
nos ponemos delirantes, podríamos proyectar en él una xenofobia, que para los
críticos del multiculturalismo, sería un rasgo apropiado para ilustrar la
contradicción que encierra esta ideología desde su origen. No obstante, Gorgias también fue sometido a
la sorna y designado despóticamente como bárbaro –debido a su procedencia de la
periferia de Grecia- por Aristófanes en Las Aves (1694), y Dionisio el Viejo
criticó el uso de exotismos que dicho sofista mostró en sus discursos retóricos.[9]
Sin embargo, Gorgias no era hostil con los atenienses, sino los admiraba por
sus virtudes, según da cuenta Máximo Planudes.[10]
Nuestro retórico también se expresó de otros griegos: los
lariseos, y el dato lo registra Aristóteles en su Política (III, 2, 1275 b 26). Dijo de ellos: “[…] igual que son
morteros los objetos hechos por los fabricantes de morteros, así también son lariseos
los hechos por sus artesanos, pues hay algunos que fabrican lariseos.”[11]
Larisa, donde murió Gorgias, fue famosa por la fabricación
de vasos llamados así: “laríseos”. En dicho fragmento hay un juego de palabras
con el término “demiourgos”, que significaba
tanto “fabricante” o “artesano”, como “magistrado”.[12]
Así pues, los magistrados fabrican los pueblos. Es iluminador saber que
Aristóteles recurrió a tal cita para
apoyar su tesis de que la ciudadanía no consiste nada más en ser hijo de padres
con una nacionalidad determinada, sino ser participe de la ciudadanía a través de
la comunidad, pues esta visión hereditaria
no se podría aplicar a los fundadores de una ciudad. De ahí que José
Barrio Gutiérrez interprete: “quiere decir Gorgias que la ciudadanía de cada
uno es producto de las leyes positivas, por tanto, algo no derivado de la
naturaleza sino de la convención y del artificio”. [13]
Barrio Gutiérrez entiende lo anterior como una postura a
favor del cosmopolitismo y en contra del particularismo cultural, dado que de ahí
se desprendería lo banal que es el nacionalismo al basar su orgullo en la
ascendencia y lazos sanguíneos.[14] Pero también podríamos interpretar ese mismo
fragmento como una apuesta por la particularidad, ya que, cada ciudad es
distinta y se fabrican distintamente las ciudadanías, justo por su aspecto
artificial y convencional.
Podemos observar un cosmopolitismo en Gorgias, no sólo
porque fue un viajero toda su vida, sino también en la difusión que hizo del
universalismo entre los griegos a través del panhelenismo de sus discursos.
Este espíritu común a las poleis se
observa en el Elogio a Helena y la Defensa de Palámedes, al reconocer en tales
obras elementos tradicionales comunes a las poleis
legados por los poetas. Por otro lado, vemos que el mismo carácter viajero de
este sofista, su crítica a los prejuicios construidos en torno a personajes
mitológicos y su nihilismo, podrían haberlo hecho sensible de la diversidad
humana. Esto nos lleva a un juego entre la universalidad y la particularidad dentro del contexto de la propia doctrina
gorgiana.[15]
Su nihilismo[16]
en realidad es una crítica del
conocimiento del mundo a través de principios meramente especulativos, como se
deduce del su tratado Sobre el No Ser,
resumido en el anónimo texto De Meliso,
Jenófanes y Gorgias, en el cual hay tres tesis: 1) nada es; 2) si fuera, no
se podría conocer; 3) si se conociera, no se podría comunicar. [17]
Si semejantes tesis efectivamente postularan un nihilismo
ontológico, no habría nada qué discutir. Pero, por el contrario, su sentido no es
literal, especialmente tratándose del producto de un retórico que gustaba mucho
de lo rebuscado. Además, Gorgias no estaba un loco, ni un charlatán. Más bien, el sentido de sus tesis está determinado por una crítica a la
metafísica eleata que combina la seriedad con la parodia.
En defensa de lo anterior, podemos argumentar que si para
Gorgias efectivamente nada hubiera existido, hubiera sido absurdo que mostrara
interés en la teoría de los efluvios de Empédocles; que dijera que el sol era
una masa roja y caliente, siguiendo a
Anaxágoras; que en el Epitafio
creyera en los logros y virtudes de los guerreros, y que en el Elogio a Elena y la Defensa de Palámedes, supusiera una verdad de fondo.[18]
Concentrémonos en la primera tesis nihilista. Resulta que
el verbo ser en griego, tiene dos sentidos: uno existencial y otro predicativo.
George Briscoe Kerferd, apegándose a los
estudios de Charles H. Kahn, cree que el problema del tratado Sobre el No Ser está girando en torno al
sentido predicativo. En caso de ser así, el argumento de que nada existe, pretendería mostrar la
dificultad de usar discursos (logoi)
diversos sobre la naturaleza, dado que la aplicación del verbo “ser” en un enunciado o declaración, siempre
genera contradicciones respecto a los fenómenos (pragmata) que pretende expresar.[19]
Y es que según Isócrates, Gorgias acertó
al decir que ninguna de las cosas que son, es; pues además, él no creía en un
elemento único, sino en una infinidad de ellos.[20]
De fondo critica a los presocráticos, pues habían concebido la existencia de
una realidad no sensible, es decir, una estructura metafísica detrás del
cambiante panorama del mundo sensible y fenoménico.[21]
Esto es lo que conformaría el antifundacionalismo gorgiano.
Una vez aclarado el sentido de la primera tesis de Gorgias,
pasemos al de segunda: si fuera, no se podría conocer. Irónicamente, debido a
que podemos pensar cosas no existentes, de alguna manera el ser no es pensado.[22]
Entonces la existencia es incognoscible y la apariencia es no existencia,
como testifica Guthrie.[23]
No obstante, sí hay conocimiento y Gorgias usa varios términos para denotarlo (episteme, mathesis, gignosko, sofía, eidos, sineste).[24]
Que una cosa no sea, implica en realidad un conocer caracterizado por una
correspondencia aproximada, con una
brecha entre los actos cognitivos y los
objetos pensados (ta fronoúmena).[25]
Esto nos lleva al problema de la tercera tesis (si se
conociera, no lo podríamos comunicar), pues así, como hay una escisión entre el
pensar y los objetos, también hay una entre el logos comunicante y los citados objetos. Kerferd cree que en
la visión de Gorgias difícilmente se
puede comunicar con palabras o signos aquello que no existe en la mente de
otro, pero de acuerdo con Wardy, la idea que hay detrás de la tercera tesis, es
que el logos que se evoca en el otro,
no es idéntico al del hablante; por lo tanto, la comunicación se antoja si no imposible,
al menos, complicada.[26]
Pese a estos problemas epistemológicos, psicológicamente es
un hecho innegable que para Gorgias el logos
tiene una fuerza que actúa en el alma como
una medicina lo hace en el cuerpo.[27]
Podríamos colegir entonces que el logos
es una droga que difícilmente nos conduce a la verdad. Sin embargo, Gorgias es enfático respecto a la existencia
de la verdad, y apela a ella para defender la imagen de Helena frente a las
opiniones de la tradición poética.
Si habíamos visto que el sofista de Leontini concibe una
distancia entre la predicación y el objeto, ¿cómo es posible hablar de verdades
en Gorgias? Justo se puede porque aunque
no captamos las cosas tal cual son en sí mismas, percibimos lo que es el caso
en cuanto fenómeno El criterio de verdad
está en la percepción de las cosas, pero
ella no es insensible, modela la forma de ser del alma y provoca emociones (la persuasión).[28]
Para complicar más el asunto, Gorgias postula que las emociones no son
producidas solamente por la percepción, también por el logos. Quizá Gorgias no esté sosteniendo un dualismo
epistemológico, sino considerando que el logos
afecta la percepción cuando dice: “La palabra es un poderosos soberano que con
un pequeñísimo y muy invisible cuerpo realiza empresas absolutamente divinas”.[29]
De ahí que las opiniones respecto a lo que creemos
verdadero sean tan variadas y modificables.
Ahora bien, ¿cuáles son las opiniones adecuadas? ¿Cuáles pueden ser
consideradas conocimiento? Aquellas que se ajusten al kairós, es decir al momento oportuno, el cual no se puede separar
de las percepciones y acciones del sujeto; por eso, en él se constituye una
ocasión para un obrar concreto y, a la vez, una conciencia de lo que acontece. La opinión
más oportuna en una situación epistémica sería la triunfante. Veámoslo
concretamente: la argumentación que parece considerar todas las posibilidades
lógicas y psicológicas de un caso
determinado, permite mostrar la eficacia de la hipótesis que se quiere demostrar
y compartir.[30] En Elogio a Helena y la Defensa de Palámedes se consideran las
posibilidades por las cuales ambos personajes son inocentes, uno de irse con
Paris, el otro de traicionar a los griegos. Así que kairós implica agon, la lucha del logos en una comunidad para
generar el conocimiento y la verdad.[31]
Sin embargo, hay que insistir que la racionalidad gorgiana en su dimensión
argumentativa no se desliga de elementos que serían irracionales frente a un
esquema logicista de la razón. Me refiero a la violencia (bia)[32] y el
eros,[33]
que claramente se reflejan en el Elogio a
Helena;[34] y,
quizá no sólo sean un efecto del logos,
sino componentes inseparables de él.[35]
La retórica, sería
un ejercicio argumentativo que facilitaría el kairós.[36]
Apoyándose en ella nació una tradición declamatoria relacionada con los juegos
olímpicos y pitios, en la cual participó por supuesto Gorgias,[37]
fomentando la homónoia entre los griegos y volviéndola en contra de los bárbaros.[38]
Homónoia usualmente significa
concordia, unanimidad, unión, conformidad de sentimientos.[39]
Es justo señalar que esta homónoia no era material, sino pragmática,
pues Gorgias para hacerse del apoyo ateniense,
exaltó su afán imperialista.[40]
Si a esto le añadimos que Gorgias no creyó poder ser un maestro de virtud (Menon 95 c), podemos ver que sólo se
limita a una persuasión retórica, que contempla la justicia en función de un
fin concreto. Basados en tal tesis, podríamos deducir que para Gorgias el otro
es un medio, un instrumento para los fines propios. Sin embargo, tengo razones
para sostener que esto no es así para él.
Tomo el Elogio a Helena
para inferirlo. Helena fue arquetipo de la pasión sexual, de una mala e
irresistible mujer que engañó a su marido Menéalo y lo abandonó por Paris, el
troyano.[41] Y Paris, como es sabido, tampoco sale bien
librado, ya que fue un bárbaro que bárbaramente raptó a la mujer de su anfitrión.[42]
Sumados a un Palámedes acusado de traición, por asociarse con los bárbaros, los
tres nos conducirían nuevamente a un Gorgias xenófobo. Pero la cosa no acaba
ahí.
Al defender Gorgias a Helena y Palámedes, nos abre la posibilidad de que el extranjero
no sea necesariamente pernicioso. Así
como criticó la petrificación del ser y del conocimiento, también nihilizó los
estereotipos culturales. William Race ve
que Gorgias en el Encomio a Helena hace,
a través de ella, una exaltación de la euforia erótica y el éxtasis orgásmico, incitando a la gente a
liberarse de las convenciones, atendiendo a sus deseos más profundos.[43]
Tal vez, entre éstos estuviera reflejado el anhelo de relación con el otro
cultural que provoca la propia diferencia.[44] Por otro lado, Palámedes es un guerrero apasionado y genio
asociado con la inteligencia extranjera, específicamente con la de Cadmo,
el fenicio inventor del alfabeto cuya perspicacia detectó la fingida locura de
Odiseo, quien, en un principio, quería eludir su participación en la guerra de
Troya.[45] En consecuencia, el extranjero puede
simbolizar el enriquecimiento de la propia cultura. El otro cultural afecta al
yo dentro de una relación agonística.[46]
De la xenofobia pasamos al exotismo, al margen de la aversión a los persas que
Gorgias experimentaba en ese momento histórico.
¿Y qué hay de los griegos de otras poleis? No eran bárbaros, pero eran “otros” que,
aunque no eran de Leontini, compartían una unidad con el yo cultural, pese a
las diferencias.
El panhelenismo y el exotismo gorgianos suponen una
inquietud multicultural que se traduce en la homónoia. De aquí se desprende que la universalidad es una
condición fincada en una estructura fenoménica común (dada en la lengua,
religión y pasado compartido), pero también es una construcción de los
particulares, quienes con su específica situación y concepción de la justicia y
de las demás virtudes, crean una tensión agonística que deriva en la
complejidad de relaciones multiculturales que se pueden dar. El extranjero no griego, los otros griegos y,
en general, los distintos grupos culturales dentro de una misma polis, dependían del logos, el cual era compartido y a la vez
es distinto.[47]
Multiculturalismo y neosofística
El muticulturalismo gorgiano no es prescriptivo, ni
siquiera descriptivo, pues su esbozo de las relaciones multiculturales es
sutil, indirecto, y hasta paradójico, debido a su juego entre el exotismo y la
xenofobia.
De cualquier manera, se ha querido en la actualidad esbozar
un multiculturalismo neosofístico basado en él. La neosofística es un
movimiento de adaptación y apropiación de las doctrinas de la sofística para
resolver problemas sobre la retórica contemporánea.[48]
Algunos de esos problemas están ligados
al estudio de una producción, consumo y distribución de la cultura a través de
grupos e instituciones, que generan discursos dominantes, discursos que son
producto de condiciones políticas, económicas y sociales particulares, que
encarnan, a su vez, en el gran discurso de la aldea global.[49]
La aldea global es, según Bruce McComisky, un espacio real e imaginario, una zona de
contacto en la cual, a razón de los avances tecnológicos de la comunicación y el
transporte, hace que diversas culturas se encuentren.[50]
Al menos cuatro posiciones respecto a la aldea global han surgido, según
McComisky: 1) que ella es un mito, un rumor
exagerado que no ha conducido a una cultura globalizada; 2) que es un
reflejo de la evolución cognitiva humana, que conduce a un predominio del uso
del hemisferio derecho del cerebro, sobre el antaño dominante izquierdo; 3) como
un proceso multicultural ambivalente que debe ser abordado con estrategias
específicas de comunicación intercultural, que de acuerdo con Edward T Hall y
Midred Reed Hall, están subordinadas a los intereses de las corporaciones transnacionales,
4) por eso, finalmente es entendido como un una forma altamente tecnologizada
del capitalismo y su neocolonialismo hegemónico. Efectivamente McComesky acepta
que la aldea global es un espacio mítico, imaginario, cuya tecnologización ha
cambiado los procesos de pensamiento y es una realidad multicultural que en
términos de justicia social ha generado el poder descomunal de unos cuantos
sobre muchos otros; pero fundamentalmente,
más que una estructura visible y localizable o una gran narración, la globalización es una colección de
estrategias retóricas universalizadoras que la gente puede afrontar mediante
tácticas que permitan revertir el orden dominante, mientras se desenvuelve en
él.[51]
Al respecto Enrique Dussel sugiere estrategias de resistencia que implican el
retorno a los símbolos y a los mitos constitutivos de la propia cultura (que es
de cariz popular), sin negar el dominio de los textos de la cultura hegemónica.
En otras palabras, propone un posicionarse en el límite de ambas culturas.[52]
Este posicionamiento posiblemente pueda
lograrse con relativa eficacia mediante la analogía.[53]
En fin, esas
tácticas descansan en momentos oportunos, en situaciones concretas que comprometen
nuestras prácticas cotidianas, no sólo a través de la crítica, sino de acciones
específicas en el proceso de institucionalización de una cultura hegemónica.[54]
Ofrezcamos, pues, otras Grecias a la Grecia occidental, que bien
lo dice Fornet Betancourt: “Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra”.[55]
Comentario final
Tras haber leído mi ponencia en el citado coloquio,
ésta fue objetada por un asistente. Me señaló que no cabía hablar de un
multiculturalismo en la antigüedad, ya que éste es un fenómeno asociado con el
capitalismo y la democracia. De aquí se desprendía que el concepto de sujeto en
la antigüedad y en la época contemporánea no podía ser el mismo y que, por ende
Gorgias no podría ser el padre del multiculturalismo. Luego, el Dr. Raúl Alcalá
me señaló su apoyo a dicha tesis dado que Grecia tenía una sola cultura.
A esto he de señalar lo siguiente. Todo estudio
histórico que pretende ver en el pasado los antecedentes de una categoría o
fenómeno presente, ve eso en el pasado desde el presente. Nunca dije que el
multiculturalismo antiguo fuera una calca del contemporáneo. Por otro lado el
multiculturalismo, aunque surgió en este contexto, creo que como ámbito de
reflexión no puede limitarse a referirse sólo a las relaciones entre diversos
grupos culturales en un Estado-nación liberal, demócrata y capitalista. Muchos
prefieren usar para referirse a las relaciones culturales en un sentido más
amplio, el interculturalidad; bueno,
enhorabuena, usemos el término que mejor prefiramos, pero he de aclarar que no
todos los pensadores consideran al multiculturalismo reducido al sentido en el
que exclusivamente se me señaló. Fred. L Stanley, incluso, señala la ambigüedad
de ese concepto. Por ende, esa objeción me parece débil, y peor aún, si
tomáramos en serio que el multiculturalismo remite a la democracia y el capitalismo,
pues resulta que los griegos también tuvieron democracia y un esclavismo de
mercado, según ha visto el historiador de Grecia Moses Finley. En otras
palabras, la relación entre una Grecia antigua con un imperio ateniense de un
discurso democrático impositivo en la liga de Delos, aunado a la institución de
la esclavitud y un Occidente en el cual los Estados Unidos realizan unas
prácticas semejantes en la política internacional y económica, en alianza a las
grandes transnacionales que explotan terriblemente a muchas personas de países
pobres, no me parece una analogía descabellada. Más bien la ignorancia respecto
a la historia de Grecia impide ver la analogía, que repito es analogía y no
calca. En este sentido, cuando hablé de
un Gorgias, padre del multiculturalismo, lo hice con un sentido de ironía ante
la moda de ver paternidades de disciplinas y prácticas occidentales en los
griegos. Creo que no se captó esta sutileza que quiso replantear en el uso que
se hace en el imaginario de Grecia de una visión distinta a la platónica.
Respecto a la objeción de que la concepción del sujeto en Grecia y en Occidente
es distinta, es obvia (aunque también contienen analogías), y ni siquiera ha
habido una sola concepción de sujeto griega u occidental, como se infiere, más
bien, de la ponencia de Raúl Alcalá, quien identifica al sujeto griego con el
platónico, y a los sujetos moderno y hermenéutico, con el cartesiano y el
gadameriano. Hace reducciones cómodas, pero injustas.
Por último he de replicar la objeción de Raúl Alcalá,
quien, al decir que Grecia tenía una cultura única, en realidad también
desconoce la historia y culturas de Grecia. Pese a que compartían un idioma,
creencias religiosas y tradición homérica, las prácticas culturales de las
poleis griegas vistas con atención no eran tan semejantes. Un espartano no se
sentiría plenamente identificado con un ateniense, pues solía no viajar, ni
recibir a los extranjeros, tampoco quería a la democracia y su educación era
rígida y militar y su diosa principal y fundadora no sería Atenea. Esto nos
conduce al siguiente problema: ¿bajo qué criterio consideramos distintas a las
culturas de los grupos? Dicho de otra manera: ¿a partir de qué momento decimos
que son distintas los grupos que coexisten y comparten cosas? Digámoslo así.
Nadie duda que culturalmente son muy disintos un mexicano urbano del Distrito
Federal de un mexicano tzeltal rural de Chiapas, pero, ¿podemos considerar
culturalmente distintas a tzeltales de los
tzotziles? Creo que la respuesta implica que son distintos y que la
distinción la hacen ellos al concebirse distintos, regirse por separado, tener
variantes dialectales y algunas prácticas culturales distintas. Pues bien, lo
mismo sucedía con los griegos, quienes eran muchos grupos que, aunque estaban emparentados,
tenían gobiernos separados (pese a los monopolios ateniense y espartano),
dialectos y prácticas culturales distintas. Por ende, la tesis de una cultura
única, se vuelve ingenua.
(Si quiere ampliar más el tema de Gorgias, puede consultar el link: Una reflexión hermenéutico-analógica sobre el mito del Gorgias).
Bibliografía
Consigny, Scott, Gorgias, sophist and Artist, University of
South Carolina Press, Columbia, 2001.
De Romilly,
Jacqueline, Los grandes sofistas en la Atenas de Pericles,
trad. del francés de Pilar Giralt Gorina, Seix Barral, Barcelona, 1998.
Dussel, Enrique, Transmodernidad e interculturalidad (Interpretación
desde la Filosofía
de la Liberación ),
en: http://www.afyl.org/transmodernidadeinterculturalidad.pdf.
Fornet Betancourt,
Raúl, Filosofía intercultural,
Universidad Pontifica de México, México, 1994.
Guthrie, W.K.C., Historia de la filosofía griega, III,
trad. del inglés de Joaquin Rodríguez Feo, Gredos, Madrid, 1994.
Kerferd, George Briscoe, The sophistic movement, Cambridge University Press, Cambridge , 1984.
McComiskey, Bruce, Gorgias and the New Sophistic Rhetoric, Southern Illinois University
Press, Illinois ,
2002.
Protágoras y Gorgias, Fragmentos y testimonios, trad. José Barrio Gutiérrez, Ediciones
Orbis, Buenos Aires, 1984.
Rodríguez Adradós,
Francisco, La teoría del signo en Gorgias
de Leontinos en J. Trabant (ed.), Logos Semantikos. Studia Linguistica in
honorem Eugenio Coseriou, Berlín-Madrid, 1981.
Salcedo,
José Alejandro, Hermenéutica Analógica,
multiculturalismo e interculturalidad, Edit. Torres Asociados, México,
2005.
Wardy, Robert, The
birth of rhetoric. Gorgias, Plato and their succesors, Routledge, Nueva
York, 1996.
[1] Loren Goldner, Multiculturalismo o cultura mondiale, en http://home.earthlink.net/~lrgoldner/multiculturalismo.html,
consultado el 11 de agosto del 2006.
[2] Francisco Rodríguez Adradós, Las varias Grecias y las varias Europas
en: http://www.santiagoapostol.net/grammaticus/modules.php?name=Sections&op=printpage&artid=94,
consultado el 11 de agosto del 2006.
[3] Tomando en cuenta las críticas que hace Enrique Dussel a la filosofía
de la cultural de corte eurocentrista que es sustancialista y desarrollista,
hemos de decir, que un Gorgias no sustancialista, ayuda a otra interpretación
de Grecia y Occidente. Al ser Gorgias un personaje, hasta hace poco marginado
por la Historia
de la filosofìa, puede posicionarse en cierta consonancia con la cultura
latinoamericana que está sujeta a la dominación y que no es homogénea. Así
pues, si la cultura es para Dussel es un sistema de tipos de trabajo y en ella
hay una poiética material (fruto físico del trabajo) y una mítica (creación
simbólica), una mitopoéisis, le añado. Pero bien, esta cultura que implica unas
culturas imperial, nacional y de masas dominantes, todas ellas de corte
eurocéntrico, son opuestas a una cultura popular. Si bien el tomar a Gorgias no
responde a una cultura popular, si responde a romper con la Modernidad
eurocentrista que pretende una universalidad. Más bien Gorgias se añade a la irrupción de lo Distinto desde la
exterioridad –como diría Dussel- y se abre al diálogo multicultural, que
efectivamente no es ingenuo respecto a los participantes del diálogo, sino que
es transcultural, en tanto que parte de un sitio distinto a la supuesta
igualdad argumental (sin dominación). Cfr.
Enrique Dussel, Transmodernidad e Interculturalidad (Interpretación desde la
filosofía de la Liberación ),
consultada el 22 de septiembre del 2006 en http://www.afyl.org/transmodernidadeinterculturalidad.pdf .
[4] Para contextualizar la sofística nos apegamos a la definición que da
Hussey de ella: “La época de los sofistas' se refiere al período de 450 a .C. a 400 a .C. y 'sofistas' refiere
a los profesores del arte de hablar que florecieron durante ese período, y
(algunas veces) a cualquier persona que parezca aproximarse a estos profesores
en perspectiva intelectual y actividades.” Edward Hussey y otros, Los
sofistas y Sócrates, UAM, México, 1991, p.
19-20.
[5] Michael Payne (director), Diccionario
de teoría crítica y estudios culturales, trad. de Patricia Wilson, Paidós,
México, 2002, entrada: multiculturalismo.
[6] El extranjero era llamado hostes,
y también era una palabra para designar al enemigo. Igualmente al extranjero se
le llamaba bárbaro, por su manera de hablar.
[7] Protágoras y Gorgias, Fragmentos
y testimonios, trad. José Barrio Gutiérrez, Ediciones Orbis, Buenos Aires,
1984, p. 45.
[8] Él dice. “Jerjes, el Zeus de los persas” en Protágoras y Gorgias, Fragmentos y testimonios, trad. José
Barrio Gutiérrez, Ediciones Orbis, Buenos Aires, 1984, p.157.
[9] Ibid., p. 157-158. Leontini
era una colonia griega fundada por la gente de Naxos al este de Sicilia. Así
que aunque itálica por su ubicación, por su origen era jonia (W.K.C. Guthrie, Historia de la filosofía griega, III,
trad. del inglés de Joaquin Rodríguez Feo, Gredos, Madrid, 1994, p. 263).
[10] Protágoras y Gorgias, Fragmentos
y testimonios, trad. José Barrio Gutiérrez, Ediciones Orbis, Buenos Aires,
1984,, p. 156-157.
[11] Aristóteles, Polit., III, 1275 B, 26. en Aristóteles, Política, trad. del griego de Manuela
García Valdés, Gredos, Barcelona, 2000, p. 114.
[12] Protágoras y Gorgias, Fragmentos
y testimonios, trad. José Barrio Gutiérrez, Ediciones Orbis, Buenos Aires,
1984, p. 227, n. 214.
[13] Ibidem.
[14] Ibidem.
[15] Es verdad que dicha doctrina es muy difícil de reconstruir, se tiene
una restos fragmentarios de su obra (salvo el Encomio de Helena y la Defensa de Palámedes),
pues se conserva un pequeño fragmento de su oración fúnebre, dos divergentes
síntesis de su tratado Sobre el No Ser,
y una docena de aforismos y señalamientos sin identificar, que se le atribuyen
junto con someros pedazos de la oración olímpica y la línea inicial del Encomio
a los ciudadanos de Elis. De estos textos, algunos estudiosos contemplan lo
dudoso que es confiar en la historicidad de los fragmentos de su obra, pues
parecen estar mediados por fuentes secundarias, y la transmisión histórica que
hacen Platón y Aristóteles de él, está muy viciada. Esto nos deja una aporía
hermenéutica que no permite una reconstrucción real, sino una interpretación
significativa de Gorgias, como bien dice Scott Consigny. Entonces, para Consgny
un acercamiento objetivo a Gorgias resulta imposible, y aunque autores como
Schiappa, apelan a los hechos históricas y lo que la filología puede arrojar,
Consigny señala que la aproximación a los hechos, palabras y contexto histórico
antiguo, está mediado por la visión propia del intérprete. Sin embargo, tampoco
esto significa que debamos entregarnos a una interpretación libre, personal y
actual que sólo nos hable de nuestra actual retórica y neosofística, como
proponen pensadores como John Poulakos. De hecho, Schiappa, haciendo uso de las
ideas de Rorty acuña este término de neosfística en la filología.
Consigny propone que el modelo de interpretación de Gorgias sea comunitario,
pues implicaría asumir las lecturas y las convenciones interpretativas de la
comunidad interpretativa, pues esto es lo que crea una interpretación
significativa, que respecto a otras interpretaciones, se defiende tratando de
ser más convincente En este sentido se han dado lecturas, subjetivistas,
empiristas y antifundacionalistas de Gorgias El subjetivismo es sostenido por
autores importantes, como Hegel, Kierkegaard, Zeller y Nestle. El empirismo es
sostenido por Grote, J. Loenen, Richard Enos, E.R. Dodds. La postura
antifundacionalista es sostenida por Consigny, quien cree que las otras dos
posturas no resuelven algunas contradicciones que las versiones subjetivista y
empirista dan. (Scott Consigny, Gorgias, sophist and Artist, University
of South Carolina Press , Columbia , 2001).
[16] El nihilismo ni siquiera es una acepción gorgiana, sino un mote
proyectado en su doctrina justamente por William Hamilton y que tuvo eco en
pensadores como John Dewey. Bromley Smithy Richard Bett. Ferrater Mora da una
clasificación del nihilismo en los siguientes: 1) epistemológico, que considera
que se pueden conocer sólo fenómenos, nunca sustancias; 2) metafisico, que
considera que no hay realidad; 3) moral, que niega los principios morales
válidos. En este sentido, los estudiosos
recientes de Gorgias, como Consigny, Wardy o Kerferd, creen que éste no sostuvo un nihilismo
metafísico, sino epistemológico. Vid. José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. III, Edit. Ariel, Barcelona, 2001,
entrada: Nihilismo.
[17] Cfr. Protágoras y Gorgias, Fragmentos
y testimonios, trad. José Barrio Gutiérrez, Ediciones Orbis, Buenos Aires,
1984, p.144, fr. 40. Ahí dice lo siguiente: “Combinando las teorías de los otros
en cuanto que sus opiniones tienen tesis contradictorias sobre el ser –algunos
que es uno y no múltiple, otros que es múltiple y no uno; algunos que es
ingenerado, otros que es generado-, razona contra unos y otros que nada
existe.” Existe una versión distinta del nihilismo de Gorgias de Sexto
Empírico, sin embargo, los filólogos la descarta por lo general. Untersteiner
ha sido uno de los grandes defensores de que el texto de Meliso Jenófanes y Gorgias, es uno de los que mejor reflejan el
pensamiento de Gorgias. Además, es normalmente aceptada que hay una réplica en contra
de Parménides en Gorgias. Robert Wardy hace un seguimiento claridoso al
respecto. En este análisis se observa que en el fr. 8 de Parménides hay una
asociación íntima entre razón y realidad, una realidad que se identifica con la
verdad (que persuade) y que es
comunicada por una deidad. La superioridad de la razón-realidad sobre lo que
fenoménicamente aparece, es lo que critica Gorgias. Cfr.
Robert Wardy, The birth of
rhetoric. Gorgias, Plato and their succesors, Routledge, Nueva York, 1996, p. 6-14.
[18] George Briscoe Kerferd, The
sophistic movement, Cambridge University Press, Cambridge , 1984, p. 39, apud. D.K. 31A92, 82B5 y 82B31; Scott Consigny, Gorgias, sophist and Artist, University of
South Carolina Press, Columbia, 2001, p.
49.
[19] George
Briscoe Kerferd, The sophistic movement, Cambridge University Press, Cambridge , 1984, p. 96.
[21] W.K.C. Guthrie, Historia de la
filosofía griega, III, trad. del inglés de Joaquin Rodríguez Feo, Gredos,
Madrid, 1994, p. 199. Sin embargo, no es que Gorgias postule a la materia como
el arjé, ni siquiera al fenómeno, más
bien, que el arjé no se puede
conocer, pues lo único que conocemos, son los fenómenos.
[22] Ibid., p. 198.
[23] Ibid., p. 199. En este
texto, Gurthrie resalta el fr. 26 de DK de Gorgias que dice: “La existencia es
desconocida hasta que adquiere apariencia y la apariencia es inane hasta que
adquiere existencia” (p. 199).
[24] Esto lo constatamos en Palámedes, Epitafio y la Defensa de Helena. Para mayores referencias vid.
Scott Consigny, Gorgias, sophist and Artist, University
of South Carolina Press , Columbia , 2001, p. 50.
[25] Según Francisco
Rodríguez Adradós, esta postura implica una dicotomía pensamiento-cosa, o
lenguaje-cosa. A esta dicotomía, parece ponerle otra epistemológica: “La vista,
el oído captan las cosas, mientras que el pensamiento capta los objetos del
pensamiento. Gorgias desarrolla, así, según suele reconocerse, las ideas de
Empédocles (31 A
86) sobre la especialización de los órganos de los sentidos. Y de ningún modo
afirma que la sensación sea la única vía de conocimiento, sino todo lo
contrario” (Francisco Rodríguez Adradós, La
teoría del signo en Gorgias de Leontinos. p. 13). Ahora bien, cabe mencionar, en cierta
oposición a Rodríguez Adradós, que cuando aborda Gorgias la incomunicabilidad
del logos, más que fácilmente sostener que éste se comunica como un efluvio de
una mente a otra, me parece que señalaría sólo que su percepción es sensorial,
pero que el pensamiento del otro no se reduce a eso, sino que evoca otro logos. Esta objeción mía no está peleada
con la pretensión de Rodríguez Adradós de que: el logos es una cosa filtrada entre las cosas con ayuda de un órgano especial y que es también palabra
comunicada. Luego, el logos es significado,
transmitido, alejado del ser (por lo que ya dijimos de los problemas
predicativos), pero a la vez es significante y su transmisión es capaz de una
acción impresiva en tanto que las palabras son signos de una realidad y que sólo tienen significado en relación con
esa realidad, que no se reduce a una cosa o hecho externo, sino una realidad
interna del sujeto. (Cfr. Francisco Rodríguez Adradós,. La
teoría del signo en Gorgias de Leontinos en en J.
Trabant (ed.), Logos Semantikos. Studia Linguistica in honorem Eugenio
Coseriou, Berlín-Madrid, 1981; Scott Consigny, Gorgias, sophist and Artist, University of
South Carolina Press, Columbia, 2001, p.56
y 78).
[26] Ibid., p. 97-98,
y Robert Wardy, The birth of rhetoric.
Gorgias, Plato and their succesors, Routledge, Nueva York, 1996, p. 20.
[27] Esto se puede observar en el Elogio a Helena, que en la visión, Wardy,
no sólo es un encomio de Helena de Troya, sino fundamentalmente un elogio a la
ciudad de Teseo (Atenas) y una glorificación del logos en un cruce genérico que
mezcla el discurso epidéitico y el forense, ya que defiende y alaba a Helena a
la vez. Según Wardy, la división tajante de los discursos en realidad sólo se
popularizó a partir de Aristóteles. Robert Wardy, The birth of
rhetoric. Gorgias, Plato and their succesors, Routledge, Nueva York, 1996, p. 25-29.
[28] Aquí disentimos de la opinión de Jacqueline de Romilly, para quien la
percepción de lo verdadero se reduce a la aprobación del prójimo. Si bien, es
verdad que hay una dimensión consensual respecto a la verdad, justamente los
estudios de Gorgias respecto a la naturaleza y la crítica que hace a las
diversas lecturas de ella, nos hace pensar que en la percepción también lo
percibido se revela. Y esto de entrada no tiene que estar peleado con el hecho
de que la percepción esté mediada por el logos, pues también está mediada por
el objeto percibido. Acaso el problema se complica cuando el objeto de la
percepción es una cosa intangible, como la culpabilidad de Helena de Troya o la
inocencia de Palámedes. Cfr. Jacqueline
de Romilly, Los grandes sofistas en la Atenas de Pericles,
trad. del francés de Pilar Giralt Gorina, Seix Barral, Barcelona, 1998, p. 82.
[29] Protágoras y Gorgias, Fragmentos
y testimonios, trad. José Barrio Gutiérrez, Ediciones Orbis, Buenos Aires,
1984, p. 164. George Briscoe Kerferd ve una especie de
jerarquía epistemologica que ordena el conocimiento gorgiano en opinión y
conocimiento y el logos es su
mediador. Sin embargo, esto responde más a una lectura platonizante de este
asunto. Si consideramos que además hay un dualismo en Parménides y que Gorgias
está refutándolo, difícilmente es adecuada la interpretación de Kerferd. Scott
Consigny, también sostiene una lectura en la cual opinión y conocimiento no son
iguales para Gorgias, y sin platonizarlo, apela al propio Gorgias que los
distingue. La opinión no tiene verdad, el conocimiento, sí. Mas, hemos de decir
que la verdad está determinada por la mejor opinión. ¿Qué significa esto? Que
la verdad supone una adecuación entre el pensamiento y el hecho pensado, pero
no porque capture la cosa en sí, sino porque su representación fenoménica es la
más eficaz respecto a otras. Si opino que una piedra es un gas, obviamente que
esto es falso, no hay adecuación, ya que de alguna manera la realidad también
determina el conocimiento. Ahí la interpretación que se requiere para asentir
respecto a la cosa, no es polémica. En cambio, cuando hay algo de polémica
respecto a la interpretación de la
verdad, se requiere de la opinión argumentada que descarte a otras opiniones y
que ella asuma el estatus de conocimiento y deje a las otras en el estatus de
opiniones.
Robert Wardy, en cambio, ve un
monismo gorgiano, al igual que Edward Schiappa, quien atinadamente dice: “In Gorgias’ view the logos was a power that
acted directly on the listener’s psyche
and the “psyche exists on a equal level with the physical world and is closely
related to it”. La psique para Gorgias, según sus
intérpretes es de corte material.
(Edward Schiappa, Protagoras and logos. A
study in Greek Philosphy and Rhetoric, University of South Carolina
Press, Columbia, p. 163; George
Briscoe Kerferd, The sophistic movement, Cambridge University Press, Cambridge,
1984, p.78-82; Robert Wardy, The birth of rhetoric. Gorgias, Plato and
their succesors, Routledge, Nueva York, 1996, p.39-40).
[30] Jacqueline de Romilly, Los
grandes sofistas en la Atenas
de Pericles, trad. del francés de Pilar Giralt Gorina, Seix Barral,
Barcelona, 1998, p. 72 y ss.
[31] Scott Consigny, Gorgias, sophist and Artist, University
of South Carolina Press , Columbia , 2001, p. 74 y 83. De
acuerdo con Consigny, el uso de los tropos y del estilo retórico tan cuidado
tiene que ver justamente con esta lucha agonal que usa el efecto tienen para
convencer. Además, se ha observado que en dicho estilo hay un uso antitético
(mediante el uso de tropos como la aliteración, anadiplosis, parisosis,
apostrofes, hipérbaton) que coincide con el manejo antitético de su discurso
trágico respecto al conocimiento, como se observa en su nihilismo.
[32] La violencia (bía), en Grecia, era el de un arte del combate en dos
dimensiones, según McComiskey: 1)
acondicionamiento físico a través del atletismo, la lucha y el boxeo,
y 2) el armamento, como una prótesis que
extiende la fuerza física. En el caso del Elogio a Helena, se añade una tercer
nivel de comprensión de la violencia, el del logos. Bruce
McComiskey, Gorgias and the New Sophistic,
Southern Illinois University Press, Illinois , 2002, p. 41.
[33] De acuerdo con McComiskey, el eros más que el amor, se refiere a la
atracción física, que un príncipe troyano bien ejercitado y cuidado, podría
haber desencadenado en Helena. Sin embargo, no considero que éste sea el único
aspecto que puede implicar, pues quizá los buenos modales, y otros aspectos no
somáticos, podrían participar en la acción de eros. Bruce McComiskey, Gorgias and the New Sophistic, Southern Illinois University Press, Illinois , 2002, p.42.
[34] Cfr. Bruce McComiskey, Gorgias and the New Sophistic, Southern Illinois University
Press, Illinois ,
2002, p. 39. Yo por mi parte, creo que bia y eros son dos componentes de la razón, que independientemente de la
corporalidad del logos, se refieren a
los recursos de simpatía o antipatía, de seducción e imposición que la razón
utiliza y que ella misma encarna en su sentir.
[35] Esto perfectamente permitiría asumir que no hay tampoco aquí un
dualismo que responsabilizara al cuerpo de las emociones y al alma del logos. En este punto en realidad no
diverjo mucho de McComiskey, quien entiende que logos, bia y eros son los componentes de peitho, que frente a la
pretedeterminación divina, ofrecen la premeditación humana. Yo, por mi parte,
entiendo que el logos, que genera
opiniones y conocimientos, también se compone de bía y eros. Ahora bien,
claramente observa McComiskey, que en la Defensa de Palámedes se da una prioridad a la
argumentación lógica y ética, que a la emocional. Es verdad que las palabras
generan emociones, pero éstas justamente son producto de una creencia, que la
argumentación puede modificar. Bruce McComiskey, Gorgias and the
New Sophistic, Southern Illinois University Press, Illinois , 2002, p. 51.
[36] Si creemos que la visión gorgiana de la retórica es reflejada
distorsionada, pero con un fondo de verdad en el Gorgias de Platón, podemos afirmar que es un arte referente a los
discursos para persuadir a una multitud respecto a lo justo e injusto (Gorgias 449 d y ss).
La retórica reúne de alguna manera todos los poderes, y por ello debe
uno servirse de ella como arma de lucha, pero sin abusar de ese instrumento,
pues es para defenderse, no para atacar, se debe hacer uso de ella con
justicia (Gorgias 465 a
y ss). De acuerdo con Consigny, si bien hay una techne retórica., que en cuanto que es enseñable, es universal,
pero su universalidad no posee un método rígido, sino un arte flexible ante lo
que el contendiente pudiera objetar. Respecto al compromiso de la retórica con
la justicia, se ha especulado que ésta es concebida bajo el modelo democrático,
ya que, Leontini era una democracia y Gorgias participó en ella como su
embajador con su aliada Atenas. Algunos ven confirmado este compromiso con la
comunidad en la actitud que Palámedes muestra respecto a la comunidad griega.
En fin, quizá hubo un compromiso gorgiano con la democracia, pero también hubo
el conocimiento de que no se puede enseñar la virtud en un programa docente,
sino acaso sólo se puede establecer ésta a través para cada caso particular,
sin una universalidad material, sino solamente formal a través del kairós y el agon. Claro que admite Gorgias que hay virtudes colectivas,
compartidas, pero su enseñanza no depende de un maestro, sino de la comunidad
por medio de los ejes reguladores del honor y la vergüenza (aprobación y
sanción de lo que la comunidad concibe como un comportamiento adecuado en un determinado
contexto).
[37] Se sabe que tuvo un discurso olímpico y uno pitio. El primero, al
parecer tenía una intención panhelenista, y el segundo no se sabe su contenido.
(Jacqueline de Romilly, Los grandes
sofistas en la Atenas
de Pericles, trad. del francés de Pilar Giralt Gorina, Seix Barral,
Barcelona, 1998, p. 228).
[38] Jacqueline de Romilly, Los
grandes sofistas en la Atenas
de Pericles, trad. del francés de Pilar Giralt Gorina, Seix Barral,
Barcelona, 1998, p. 229.
[39] José M. Pabón S. de Urbina, Diccionario
Manual Griego-Español, VOX, 17ª ed., Edit. Biblograf, Barcelona , 1996.
[40] Jacqueline de Romilly, Los
grandes en la Atenas
de Pericles, trad. del francés de Pilar Giralt Gorina, Seix Barral,
Barcelona, 1998, p. 231.
[41]
Robert Wardy, The birth of rhetoric. Gorgias, Plato and
their succesors, Routledge, Nueva York, 1996, p.25. No
obstante, también hemos de señalar que Helena fue considerada también un signo
del logos, no sólo por el propio Gorgias, sino por los gnósticos samaritanos
seguidores de Simón el Mago, quien creía que su esposa había sido encarnación
de su homónima Helena de Troya. La
Elena gnóstica es el pensamiento, esposa de Simón,
encarnación de Dios. (Guillermo Fraile, Historia
de la Filosofía II , Edit. BAC,
Madrid, 1986, p. 90.
[42] Ibid., p. 44. Para Wardy
esta pareja es concebida como una
metáfora: Helena de la psique y Paris del logos
(p. 43).
[43] Scott
Consigny, Gorgias, sophist and Artist, University of South Carolina
Press , Columbia ,
2001, p. 104 – 105.
[44] Aclaramos que este anhelo, pudiera sonar a un deseo metafísico. No
queremos sugerir que halla un algo fuera del ser humano que lo haga desear
relacionarse con el otro. Sino que los hechos nos muestran que cuando aparece
el otro, irremediablemente produce una relación, sea de rechazo, aceptación,
opresión, sometimiento.
[45] Ibid., p. 106.
[46]Entre los griegos si había un concepto de la subjetividad. La palabra
“ego” lo presupone. E.R. Dodds, y Rodolfo Mondolfo lo sostienen y aluden a
fragmentos de textos griegos, que suponen una subjetividad, como una
explicación de interpretación. Partiendo de que hay un concepto de sujeto, que
identificamos aquí con el yo, lleva a un
punto de coincidencia con el multiculturalismo hermenéutico-analógico, pues de
fondo, Gorgias y dicha hermenéutica, conciben un sujeto particular y concreto
situado en una tradición, como diría Alejandro Salcedo. Para la hermenéutica
analógica, hay un sujeto que es igual y a la vez distinto, ya que posee una
razón y racionalidad atribuibles como universales (más a nivel potencial que de
acto, según Salcedo). Gorgias acepta la
metáfora de la medicina, que supone la phúsis, Beuchot, que hay clases
naturales y que la analogía presupone una triada realidad, hombre y marco
conceptual. Y esta triada está ligada con las tradiciones, que determinan el
concepto de racionalidad que las comunidades y los teóricos sostienen, suponen controversias internas que son
esenciales para su progreso. La racionalidad gorgiana ve en la violencia y la
lucha esto, y reconoce su equilibrio con el amor, de tal manera que también es
un espacio para transformar y discutir la tradición. Cfr. José Alejandro
Salcedo, Hermenéutica analógica y
multiculturalismo e interculturalidad, Torres Asociados, México, 2005, p. 18-23, 57-68.
[47] Scott Consigny lo observa bien
cuando dice: “Gorgias thus rejects universal laws discernible through reason
(logos), and he opposes moral and political systems that proclaim universal
validity. Instead, Gorgias sees reason
as contingent upon communities and suggests that individuals are able to
construct themselves only through engagement in the institutions of the
community” (Scott Consigny, Gorgias,
sophist and Artist, University of South Carolina Press, Columbia, 2001, p. 123).
Si bien Consigny declara a la razón como
contingente, en cuanto que es compartida no sólo por la comunidad, sino las
comunidades, está reconociendo tácitamente su universalidad, la cual no está
peleada con su contingencia.
[48] Bruce McComiskey, Gorgias and the New Sophistic, Southern Illinois University Press, Illinois , 2002, p.55. Tales problemas tienen que ver con una epistemología retórica, el
discurso público, el feminismo.
[49] Ibid., p. 96 y 97. Aquí
sigue un autor llamado Stuart Hall.
[50] Ibid., p. 97.
[51] Ibid., p. 98 y ss; 108. Aquí sigue McComiskey a Michel
de Certau. Cabe mencionar que no considero yo todo discurso universalizador
como necesariamente negativo.
[52] Enrique Dussel, Transmodernidad
e interculturalidad (Interpretación desde la Filosofía de la Liberación ), en: http://www.afyl.org/transmodernidadeinterculturalidad.pdf. Nos parece pertinente la crítica que hacen
Luis Villoro y Alejandro Salcedo, que señala que el discurso de emancipación
con su binomio cultura dominante-cultura
hegemónica, coopera con la dominación de los países desarrollados, pues supone
que hay culturas atrasadas y avanzadas, y que la cultura hegemónica, nunca se
especifica cuál es. Dussel, en este caso especifica que es la cultura europea
moderna. No obstante, definir la cultura europea moderna también puede ser
problemático. José Alejandro Salcedo, Hermenéutica
analógica y multiculturalismo e interculturalidad, Torres Asociados,
México, 2005, p.59.
[53] José Alejandro Salcedo ve
que la analogía permite trascender la cultura individual y asumir la
universalidad sin caer en la violencia. ¿Pero cómo? Justamente a través de un
modelo abstracto-concreto. Es decir, un modelo que supone un modelo abstracto
de una cultura ideal (que en realidad no es perfecto y que se construye a
posteriori), en la cual se pudieran
realizar los derechos humanos; pero que es a la vez construido desde la
concreción de mi contexto cultural. Así podríamos lograr un mestizaje crítico
entre la cultura hegemónica y la popular a partir de la noción de un modelo
abstracto que las integre a partir de sus concreciones. Así pues el analogado
principal sería este modelo abstracto, que se nutriría de sus analogados
secundarios, los dos modelos concretos. Cfr.
José Alejandro Salcedo, Hermenéutica analógica y multiculturalismo e interculturalidad,
Torres Asociados, México, 2005, p.69-81.
[54] En este sentido creemos,
junto con Raúl Fornet Betancourt que toda filosofía intercultural hermenéutica
y epistemológicamente debe: 1) dejar que el otro libere su palabra, a través de
una crítica a la cultura uniforme y al colonialismo, que nos hace comprendernos
a nosotros desde la lectura que nos han dado los otros y a preferir la
imitación para acceder a la humanidad, luego implicaría una crítica al
etnocentrismo y una apertura descentrada –parcialmente diría yo- al otro; 2) el
proceso de universalización totalizante que no busca la incorporación selectiva
e instrumentalizante del otro en mi, sino “la transfiguración de lo propio y lo
ajeno en base a la interacción y en vistas a la creación de un espacio común
compartido determinado por la conviviencia”; 3) pasar de un modelo mental de
verdad como acabamiento, a entenderla como proceso. La postura gorgiana,
actualizada con ideas multiculturales de Dussel y la hermenéutica analógica,
cumple con estos tres requisitos. Pero metodológicamente Fornet Betancourt nos
da la clave para comprender al extraño culturalmente: 1) cuestionar nuestros
conceptos de comprensión del otro; 2) llevar la comprensión del otro más allá del
análisis conceptual propio y prestar atención a su forma de vida y
corporalidad; 3) replantear mi concepción del otro, esforzándose por sacudir el
etnocentrismo; 4) abrir espacio de encuentro mutuo para el debate. Cfr. Raúl
Fornet Betancourt. Filosofía intercultural,
Universidad Pontificia de México, México, 1994, p. 18-23.
[55] Raúl Fornet Betancourt. Filosofía intercultural, Universidad
Pontificia de México, México, 1994, p.
33.
Me parece interesante el ensayo, pero tan solo un apunte a tu comentario final, interculturalidad no es equivalente a multiculturalidad, son dos tesis diferentes, si no contrapuestas, se puede apostar por la multiculturalidad o por la interculturalidad pero no por ambas, pues son excluyentes entre sí.
ResponderEliminar