¿Qué es el estoicismo?
El Estoicismo es una palabra
ambigua. En un sentido filosófico remite a “una escuela filosófica fundada por
Zenón de Citio en torno a 300 a.C.”[1]
Los estoicos se reunían en torno a la Stoa Pintada, que era una columna en el
extremo norte del Ágora de Atenas. El
Estoicismo floreció a la par de la Academia, el Liceo, y la escuela del Jardín
de Epicuro. Los estoicos no tenían
ningún edificio o propiedad escolar. Reunía a gente de distintos orígenes
geográficos y distintos estratos sociales. Al morir Zenón fue sucedido por
Cleantes, y al fallecer el segundo, éste fue suplido por Crisipo. Esa tradición
de enseñanza en la Stoa perduró hasta el siglo I a.C. En ese mismo siglo empezó
a cultivarse en Roma el estoicismo, importado por Cicerón. Otros estoicos
importantes en Roma fueron: Séneca, Lucano, Persio, Musonio Rufo y Epicteto. Ya
en el siglo II, Marco Aurelio maduró su interpretación personal del estoicismo.
Cabe mencionar que pocas mujeres
estoicas han destacado en la historia. Una de ellas es Porcia Catón de Roma (70
a.C. – ca. 43 a.C.).[2]
La influencia de este
movimiento disminuyó hacia finales del siglo III d.C., pero siguió ejerciendo
influencia en la Edad Media y el Renacimiento con las colecciones de fragmentos
de sus obras. Posteriormente, en la Modernidad, influyó a Erasmo, Calvino,
Montaigne, Descartes, Pascal, Malebranche y Leibniz. En la Contemporaneidad influyó
al último Foucault con el cuidado de sí.
En
síntesis, podemos decir que el estoicismo fue un movimiento de relativamente
pocos seguidores que duró aproximadamente 600 años como una escuela activa, que
fue menos popular que otras, como la Academia o el Liceo. Aún así, tuvo la atención de cristianos, platonistas
y algunos modernos.
El estoicismo parte de
una herencia socrática: la categoría de eudemonía como una condición de la vida
que se asocia a lo que llamaríamos hoy felicidad. Hay bienes que contribuyen a
la felicidad. La gente escoge lo que cree que es bueno para ella y rechaza lo
que cree que es malo. Todo deseo es deseo de lo que los agentes creen que es
bueno o malo para ellos. La felicidad es determinada fundamentalmente por lo
que le ocurre al alma más que algo determinado por la condición de su cuerpo o
posesiones. Entre todas las condiciones del alma, es la virtud la que tiene
importancia central para la felicidad. Existen cuatro virtudes: valentía, templanza,
justicia y sabiduría. Están íntimamente interconectadas. El conocimiento de qué
es una virtud, es uno estructurado.[3]
También posee una herencia platónica: el alma es inmaterial, pre-existe al
nacimiento y sobrevive a la muerte. El
alma tiene una estructura tripartita de un lado racional, uno irracional y otro
mediador que genera armonía. Igualmente
hay una herencia aristotélica de una visión teleológica del mundo que se
traduce en que todas las acciones humanas se supeditan a un fin.
Se divide en estoicismo
primitivo (primeros estoicos), la stoa media y el estoicismo posterior. El
primero fija la ortodoxia de su doctrina, el segundo realiza un eclecticismo
entre el estoicismo y otras corrientes, como el platonismo. La Stoa Media
inició con Antípatro de Tarso, quien fue director de la escuela estoica después
de Diógenes de Babilonia. También Panecio de Rodas reflexionó sobre la
ortodoxia y el eclecticismo en el estoicismo. Los estoicos posteriores, abarcan
los dos primeros siglos del cristianismo en Roma, muestran una transformación
del estoicismo original, y un mayor énfasis en la ética práctica con Séneca,
Epicteto, Marco Aurelio, entre otros de menor fama, como Cornuto, Musonio Rufo,
Hierocles y Cleomedes. Cabe mencionar
que Séneca es el autor estoico con más obras conservadas en la actualidad.
Hay cuatro grandes referentes
del estoicismo: Cicerón, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. La mayoría de los
textos y testimonios versan sobre ellos.
Una fuente documental importante para conocerlos es Diógenes Laercio.
Otra fuente de consulta es Sexto Empírico, en gran detractor del estoicismo,
que en sus refutaciones nos da testimonio del pensamiento de esta corriente. También son fuentes importantes del
conocimiento de la filosofía estoica: Plutarco (50-120 d.C), Galeno (130-210
d.C.) y Juan Estobeo.[4]
Los antiguos estoicos, y
en específico Epicteto, entendían a la filosofía como un arte que consiste en
la transformación de nuestra forma de vida.[5]
En ese sentido, de acuerdo con Cicerón, la filosofía es el arte que trata de la
cura o terapia del alma.[6] Seneca
pensó que el que se da tiempo para hacer filosofía está realmente vivo; es un
medio para verse genuinamente en el espejo.[7]
Epicteto pensaba que la filosofía no es algo que se deba de explicar, sino
encarnar.[8]
El objetivo de la transformación de vida del estoicismo consistía en
transformar la vida de la persona en la vida de un sabio, y sabio es el
individuo que ha dominado el arte de vivir y que actúa bien en todos los
ámbitos de su vida.[9] En
contraposición a los sabios, según Ario Dídimo, estaban los necios, que carecen
de conocimiento. Los primeros son dignos, los segundos indignos. En algunos
estoicos hay dicotomías así de radicales, sin ningún punto intermedio. Los necios indignos carecen de conocimiento en
la búsqueda de la virtud; carecen de diligencia. En cambio, los sabios dignos,
se ama el proceso de ser mejores, son diligentes, luego la filosofía es un
trabajo. Es un trabajo que siempre es
constante, uno que nunca termina. Uno debe de esforzarse en ser la persona en
que la filosofía buscó transformarlo.[10]
En efecto, para
Cleantes, la filosofía y el trabajo van de la mano. La filosofía implica
trabajo. Y no solamente hay amor a la
sabiduría, también hay amor al trabajo: “filoponia”, que se asocia con el
trabajo honesto, no por amor al dinero, sino para superarse uno mismo.[11]
El efecto de la
filosofía, aunque es bueno, no necesariamente es siempre placentero Epicteto
dice que el auditorio del filósofo es como un hospital: en vez de salir
sintiendo placer, sales sintiendo dolor, pues no estás sano al llegar.[12]
El modelo del sabio
encarnaba en Sócrates, al menos a los ojos de los primeros estoicos. Por
supuesto que las características del sabio fueron discutidas entre ellos,
porque no había un consenso absoluto de qué es el sabio. La teoría filosófica estoica tenía una
división tripartita en: lógica, física y ética. La física, no solamente
estudiaba la naturaleza, también la metafísica y la teología. La ética estudia las
acciones adecuadas. La lógica estudia el
juicio y el asentimiento. A continuación, profundizaré en cada una de estas
áreas.
La lógica
Cabe mencionar que
mientras que la lógica actual estudia los argumentos, la estoica era más
amplia, estudiaba los argumentos formales (la dialéctica), los retóricos, el
discurso, la gramática, la filosofía del lenguaje y la epistemología. Es
importante señalar que los estoicos aportaron el modus ponens. Ellos lanzaron
una especie de silogismo condicional que llamaban axiómata o afirmables. Contribuyeron con los modus ponendo ponens,
tollendo tollens, tollendo ponens y ponendo tollens. Tales argumentos podían
ser verdaderos o falsos y éstos se verificaban a través de los themata. Ahora bien, los argumentos informales,
constituyen parte de enunciaciones con significado que son incorpóreas y que
les llaman decibles. Los decibles se Obviamente
esa distinción no es sostenible actualmente. Respecto a la verdad, los estoicos
consideraban que las sensaciones producen impresiones en el alma (phantasía).
Una impresión debe ser entendida como una alteración o cambio en la mente.[13]
Las impresiones son materiales, son generadas por el objeto que las provoca. La
mente también es material, es aire caliente alrededor del corazón.[14]
También hay algunas impresiones que no provienen de la sensación, sino del
razonamiento también. No creen en
impresiones innatas. Hay preconcepciones comunes (prolepsis), que
son concepciones de las cosas naturalmente inconscientes y automáticas, que
adquirimos en oposición a las concepciones racionales. También existen los
emputhos (concepciones innatas de la bondad) que son concepciones morales que
se desarrollan de forma natural, y por naturaleza tendemos a una vida virtuosa,
es un desarrollo de un conocimiento a posteriori, con una disposición a
aprender a priori (no son aprioristas conceptuales, sino disposicionales).
En consecuencia, la impresión es algo que
proviene de los sentidos o la memoria de las experiencias sensoriales; pero
también, hay impresiones no sensoriales, como son las racionales, las que
permiten pensar los números o los imperativos morales.[15]
La impresión, una vez recibida en el alma se convierte en una proposición. La
proposición es inmaterial.[16]
Una impresión es objeto de asentimiento.[17]
También es objeto de la suspensión.[18]
Lo es a través de las proposiciones. Es justo mencionar que no se tienen
conciencia directamente de la proposición, sino indirectamente a través de la
impresión que la generó, con la que está correlacionada.[19]
Solamente se puede tener asentimiento de algo con lo que tienes contacto
psicológico. Toda impresión genera una proposición, pero las proposiciones no
generan impresiones.[20]
Quizá lo que podría marcar la distinción entre el decible y el pensamiento es
que el primero proviene de la imaginación y el segundo de la sensación. Se tiene se ver la fiabilidad de la fuente de
conocimiento para saber si es verdad. Una impresión correcta, es una impresión
cognitiva o adecuada. Refleja lo que es (correspondencia con la realidad).
Ninguna impresión es absolutamente idéntica a otra (teoría de identidad de los
indescirnibles). Ahora bien, en el caso de los juicios de valor, en realidad
éstos no reflejan nada de la realidad, pues ésta es indiferente a lo bueno y lo
malo. Hay un error epistemológico en
considerar que hay sucesos intrínsecamente buenos o malos provenientes de
nuestra percepción. En ese sentido, J.M.
Rist señala que el criterio de verdad no está en la percepción que ejecuta el
sujeto, sino está en el reconocimiento o presentación reconocible.[21]
La percepción es la base. También está el supuesto de que nuestras almas son
como hojas de papel sobre las cuales se va a escribir (empirismo) ligada a una
conciencia del yo y una capacidad de razonar que implica las potencialidades
para recibir información.[22]
Por el otro lado, es
adecuado plantear que la mente puede generar asentimiento sobre una proposición
y no por otra. Eso se puede plantear de
la siguiente manera: que no se conoció la otra proposición porque no se tuvo la
impresión y la experiencia sensorial que generaría esa proposición.[23]
Al ser inmateriales las proposiciones, éstas no pueden ejercer una influencia
directa sobre nuestras acciones. Nuestras acciones pueden darse en concordancia
con algunas proposiciones, haciéndolas verdaderas o falsas en ciertos casos. Pero
las proposiciones son pasivas respecto a nuestras decisiones. Nuestra mente
genera creencias al asentir a las impresiones y aceptarlas como verdaderas.
Justamente una creencia es el asentimiento hacia las impresiones.[24]
Creemos porque las impresiones
sensoriales generan creencias, pero especialmente creemos porque tenemos la
disposición a creer. El asentimiento no es meramente pasivo frente a la
experiencia sensorial. Tan es así que también rechazamos impresiones que
sospechamos son ilusorias. El asentimiento es una especie de movimiento de la
mente que surge como respuesta a una modificación de la mente (la impresión) generalmente
proveniente del mundo exterior.[25]
El asentimiento puede ser débil o
fuerte. Se puede estar fuertemente o débilmente
convencido de algo. El asentimiento fuerte no puede revertirse con
cuestionamientos, presiones emocionales o psicológicas. El conocimiento es un asentimiento fuerte y está
basado en una impresión kataléptica (que el objeto imprime en la mente su
huella).[26]
No todas las
proposiciones que hay en nuestra mente son el producto de una impresión, ya que
hay nuevas presentaciones mentales (que se expresan también proposicionalmente)
y que surgen del análisis de las impresiones recibidas por el sujeto.[27]
Por el otro lado no toda impresión es verdadera, podemos equivocarnos en
nuestras percepciones. De ahí que se
pueda distinguir entre la sensación desnuda (que esa sí siempre es verdadera) y
la percepción (que puede implicar un reconocer, y, en consecuencia, el error o
el acierto en el reconocimiento). La mente recibe las sensaciones como
percepciones. A esto le llamaron reconocibles, los cuales son importantes para
la adquisición del conocimiento. El reconocible se guía por el criterio de
adecuación a la realidad: un reconocible es verdadero cuando éste es el
producto de una correlación entre el objeto mismo y la presentación causada por
ese objeto en la imaginación y memoria del sujeto de tal forma que no podría no
provenir de ese objeto.[28]
Lo falso viene de presentaciones de objetos no existentes o sobre las cuales no
se puede asentir un reconocimiento. El asentimiento se da en el sabio y en el
estúpido. El asentimiento es la operación más importante
de la psicología estoica. Es la fuente
de la libertad. También es el diferenciador entre la persona virtuosa y la
viciosa. Por eso el sabio genera conocimiento; el no sabio, opinión.[29]
Por supuesto que esa dicotomía es criticable, pues aunque, algunos estoicos
sostenía que el sabio no erraba, existía la visión contraria. Cuenta una
anécdota de que en Alejandría el rey
Ptolomeo Filopartor y el filósofo Esfero discutían sobre si el sabio podía
sostener opiniones y no conocimientos.
Esfero sostenía que el sabio no podía equivocarse, así que el rey mandó
servir durante su discusión unas granadas de cera para que las comiera el
filósofo y lo engañó, generó el error.[30]
Ahora bien, respecto a
impresiones no katalépticas y respecto a decisiones a tomar, el filosofo puede
hacer una suspensión para tener reserva y prestar atención. Así pueden organizar su mundo y posicionarse
en él.
El proceso
de la generación del conocimiento, por ende, podría sintetizarse en los
siguientes cuatro pasos:1) recepción de sensaciones desnudas; 2) percepción al
aceptar las sensaciones; 3) reconocimiento de la percepción a través de un acto
completo de asentimiento; 4) reconocimiento del conocimiento mediante el
asentimiento del sabio.[31]
Ahora bien, las
categorías lógicas se desprendían de las aristotélicas. Eso condujo a una
categorización que repercutió sobre la física. Existían: el vacío, el lugar, el tiempo y lekta (las
cosas significadas).[32]
Ahora bien, no se sabe exactamente cómo repercutían las categorías en su visión
materialista del mundo.[33]
Se sabe que se categorizaba la realidad para referirse a los existentes (los
cuerpos) y los subsistentes (las cosas incorpóreas). Ahora bien, ellos en ese sentido entienden que
ambas son formas de substancias que tienen cualidades comunes o individuales.
De hecho, se habla de disposiciones, las cuales, son condiciones que ocurren en
los objetos individuales y muestran información sobre su situación
espacio-temporal en función del cosmos. Ahora bien, hay disposiciones relativas
que muestra un rasgo que denota la relación de un objeto individual con otros
objetos individuales, En resumen, las categorías estoicas se pueden entender en
cuatro tipos: substancias, entidades
cualificades (seres con cualidades), disposiciones no relativas, que son
cualidades genéricas, específicas o individuales (que no dependen de la
relación con otros objetos) y disposiciones relativas (que dependen de los
vínculos entre los objetos dentro su situación espacio-tiempo).
Al
final, todas estas nociones son conceptos lógicos o formas (en sentido
platónico). También ellos distinguían que algunas de estas categorías eran
géneros y otras especies, como ya sugerí.
La física
estoica
La física estoica señala que solamente existen
los cuerpos. Los estoicos, por la
influencia platónica, tienen una ontología que divide entre lo corpóreo y lo
incorpóreo. No obstante, solamente se predica la existencia de los cuerpos. ¿Qué
cosas son incorpóreas? Los propios
principios del universo, el tiempo, el lugar y los decibles. ¿Qué cosas con
corpóreas? El cosmos, los cuatro elementos, los objetos, el pensamiento, el
alma. Los cuerpos son capaces de actuar y ser objeto de acciones. Esto pues se traduce en dos principios
físicos: lo activo o to poioun (lo que hacen los cuerpos) y lo pasivo o to
paschon (lo que experimentan los cuerpos). En este monismo estricto, hay quienes
interpretan un dualismo metafísico (lo activo es fuego, pneuma, Dios y la
materia es lo pasivo). Sin embargo, parece que esto es una traspolación de
ideas posteriores. Hay la idea de que
los principios físicos también son cuerpos (a esto le llaman la teoría de la
mezcla).
Los principios físicos
(lo activo y lo pasivo) se juntan y generan un fuego primario que contiene las
razones seminales de todas las cosas que ocurrirán durante el ciclo cósmico. Esas
razones se identifican con la razón de Dios. Ellas imprimen su forma en la
materia y penetra en diferentes grados y con diferentes poderes.[34]
Si la razón seminal da sustancialidad, cualidades y unidad a la materia, se le
llama tenor; si permite la alimentación y crecimiento de la materia, se le
llama física; se le llama psíquica si da impresiones e impulsos a los animales;
y se le llama racional si dota de razón al hombre.[35]
Cabe mencionar que los estoicos
reconocen intenciones lógicas que en otros contextos solamente se le reconocen
al hombre.[36]
Porque esos movimientos intencionados son acciones con dirección (motivada por
el exterior o el interior) que reciben el asentimiento del ser vivo en un
contexto de posibilidades alternativas y de obstáculos dentro de un mundo de opuestos.[37]
El agente suele dar su asentimiento si concluye que la decisión es apropiada
para su naturaleza.[38]
Claro que hay cabida para el error y la mala elección. Esto lleva a realizar acciones incontinentes y
precipitadas. Las primeras con acciones
que se toman no guiadas por la razón, sino por las pasiones. Las acciones
precipitadas, en cambio, son aquellas que sin ser apasionadas, no se detienen a
examinar si efectivamente son favorables o no.[39]
El cosmos es una entidad
material limitada en extensión y duración, como una forma en su límite externo
de esfera con una especie de banda, la cual estaba rodeada de un vacío infinito
y que se disolvía en el fuego. Algunos
creen que el cosmos se guía solo por el principio de lo activo; otros que es
una mezcla de los dos principios (lo activo y lo pasivo), no hay un consenso.
El cosmos está sometido a la cantidad de ciclos interminables en los que se
regeneraba en usa sola ocasión o en una serie interminable de conflagraciones;
o bien no existía tal cosa y, por lo tanto, era indestructible y eterno.
Esto muestra un contexto
temporal. El tiempo para los estoicos no era un constructo. Era una realidad
incorpórea. Se podía entender al tiempo
como una especie de extensión que acompaña al movimiento, o bien, como el mismo
movimiento del cosmos.[40]
Para Crisipo el tiempo era un continuo.
Se puede inferir que éste continuo tiene como puntos extremos el inicio
y fin de cada ciclo cósmico. También para él el tiempo no es un absoluto
presente, sino algo divisible. Es algo que no es comprensible en sí mismo, sino
en función de la relación entre los objetos en movimiento. En ese contexto, la
vida del hombre es algo permanentemente cambiante. El humano tiene una porción
minúscula asignada del tiempo.
El pneuma para algunos tiene tres condiciones: cohesión (hexis), que confiere unidad a un
objeto físico, la physis o naturaleza (fuerza que hace que las cosas estén vivas)
y el alma o psyché (que es el principio de vida que les da a los animales las
facultades de la percepción (impresiones), el movimiento o impulsos y la
reproducción. Este pneuma se puede
interpretar como el Dios filosófico y panteísta. En un sentido físico, para
algunos, como Posidonio Dios es y está en el límite del mundo ocupando un
espacio físico. Dios es el alma del mundo y también es la forma del universo. Para
unos la naturaleza es el cuerpo del mundo, y Dios es su alma. Para otros Dios
mismo es la misma naturaleza y no hay distinción dicotómica. Cabe mencionar que
los primeros estoicos identificaban a Dios con Zeus (quien también es la
naturaleza). Por ende, está la interpretación de que Dios, en un sentido
filosófico-materialista, sería un Dios sin propósito que mantiene unido a todo
y que es la naturaleza inconsciente (aunque para otros es naturaleza consciente).
Pero también hay una interpretación dualista, bajo una lectura religiosa, el
Dios estoico sería que es algo por encima de la naturaleza, que la ordena y providencialmente
le da un propósito. Esto nos lleva al tema del destino. En la cosmovisión
griega se pensaba que había sucesos importantes que forzosamente debían de
ocurrir ya sea a grupos, ciudades o individuos. En la mitología griega las
Moiras eran las que controlaban el destino: Cloto para el nacimiento, Láquesis
la que daba el destino y medía el hilo de la vida y Ártropos, la que cortaba el
hilo daba la muerte. Tal visión del imaginario social fue heredada por los
estoicos y transformada en una teoría. Se entendía como una fuerza trascendente
que hacía necesaria la ocurrencia de ciertos sucesos (o bien de todos) en el
mundo. Esa fuerza no sería la voluntad caprichosa de los dioses (como en la
mitología), sino parte de la estructura propia de la naturaleza.[41]
En ese sentido el destino es la razón divina encargadade generar todo
movimiento, estado cualitativo y ordenamiento cósmico.[42]
Éste (el destino) se puede entender en un sentido materialista como el
sometimiento a la determinación causal que genera un orden entre sucesos que no
da cabida a lo azaroso, ni a la libertad. Pero también había estoicos que
entendían el destino como el producto de la providencia y de las acciones de la
mente. De ahí la idea que este era el mejor mundo posible (y que fue retomada
por Voltaire para criticarla y por Leibniz para defenderla). La idea es que Dios ordena al mundo en función
de sus intereses y no de los de un individuo particular, y que los resultados desagradables
del destino, en realidad, no son tan graves como pensamos. Dios es un principio que opera en la materia,
que termina siendo otro principio. Dios es un principio activo, la materia es
un principio pasivo. Ambos son eternos e
indestructibles. Dios es un ser artesano que es causa de la naturaleza y
gobierna conforme la recta razón a través de la ley común o la ley de la
naturaleza. Si alguien hace una acción mala, va contra la ley divina, pero Dios
logra equilibrar dicha acción en el universo. Esto es polémico porque puede
ordenar al mundo conforme a su razón, pero no conforme a su voluntad, para
unos; pero para otros todo sucede conforme a su voluntad también. En el
estoicismo griego es Zeus; pero es el Dios único en el estoicismo cristiano; en
cambio, en el estoicismo romano son las parcas quienes controlan el destino:
Cloto, Láquesis y Ártropos. La primera tejía la vida, la segunda la medía y la
tercera la cortaba (como anteriormente dijimos). La adversidad nos pone a
prueba para cultivar la virtud y ponerla a prueba; mientras que la buena suerte
nos hace inexpertos e incapaces de afrontar la adversidad. Al final, hay una
simpatía cósmica, en la que la interacción de las partes del cosmos hace que
éstas se hallen entre sí por su propia organización o por la providencia. He
ahí el argumento perezoso, recogido por Cicerón en Sobre el destino y
por Orígenes en Contra Celso: si alguien está destinado a recuperarse de
una enfermedad, lo hará vaya al médico o no. Es decir, si todo está predestinado
y luego toda actividad voluntaria se anula. Existe una universalidad del
destino. En consecuencia, Crisipo hace una distinción. Establece dos
modalidades del destino. Hay cosas predestinadas simples y hay cosas
predestinadas conjuntas. Las primeras
son producto de la esencia de una cosa, la segunda implica tanto causas
internas como externas. En otras palabras, hay cosas (las simples) que suceden
independientemente a la intervención humana y hay otras (las conjuntas) que
suceden por la vía de la intervención humana en conjunción con las causas de la
naturaleza. Y es que hay una unidad del mundo: la Luna, según ellos, produce el oleaje, el
crecimiento y muerte de los animales marítimos, y hasta el florecimiento de las
plantas. En reciprocidad, la evaporación del mar alimenta a los astros. Hay una
unidad sincrónica de las cosas en el mundo, pero también diacrónica. La primera
es de la influencia simultánea que ejercen entre sí al mismo tiempo (como
conexión, de un aliento que genera un lleno -sin vacío- en todas las partes del
mundo); la segunda se refiere a la influencia causa-efecto que ejercen unas cosas
sobre otras. La relación causa-efecto puede expresarse como una causa, cuyo
efecto no se manifiesta inmediatamente y tenemos una causa antecedente; pero
también tenemos relaciones causa-efecto en la que el segundo se manifiesta
inmediatamente, a esto le llamaron causas contemporáneas.
Hay cuatro modalidades
ontológicas de dichas relaciones causales: la posibilidad, la imposibilidad, la
necesidad y la no-necesidad. Éstas ya
eran conocidas desde que las postuló el filósofo megárico Diódoro Crono,
contemporáneo de Aristóteles.[43]
Pero también existe una predicación modal de las proposiciones. Éste depende de
su relación con la verdad en el presente y el futuro: lo posible es aquello que
es verdadero en el presente o lo será en el futuro; lo falso es aquello que
siendo falso, jamás será verdadero después, lo necesario es aquello que siendo
verdadero no puede ser en el futuro falso, y lo no necesario es aquello que ya
es falso y que lo será más adelante. Luego, llegó a postular la necesidad lógica de
todos los acontecimientos particulares del mundo. Esto implica un fatalismo del
destino, en contraposición a la visión aristotélica de que hay sucesos
necesarios y otros contingentes.
Volvamos al caso de los
sucesos simples y los conjuntos: la muerte es una predestinación simple en la
esencia del mortal, el cómo y cuándo muere alguien es una predestinación
conjunta. En la simple opera la pura
causalidad; en la conjunta opera la scala naturae. La razón divina impone
las cualidades que piensa a las cosas de la naturaleza a través del aliento. Según
el grado de penetración de la razón divina en las cosas, éstas poseen una o
diversas capacidades y poderes causales. Esto establece una jerarquía en la
naturaleza: la scala naturae. En el nivel más bajo está el tenor (que
dota a las cosas de unidad, forma y solidez), luego está el aliento físico (que es un tenor
en movimiento y da la capacidad a los seres de generar movimiento a partir de
sí mismos). Luego está el aliento
psíquico, que recibe el nombre de alma y permite que los animales tengan
familiaridad consigo mismos. Eso implica que tengan autoconciencia y busquen lo
beneficioso, evadiendo, de paso, lo perjudicial. Eso permite que realicen movimientos
intencionales. Esto les da la capacidad
de asentimiento, y ya específicamente en el hombre, estará la razón. Cabe
mencionar que la autoconciencia y la razón no son una misma cosa para los
estoicos, pues ellos consideran que los animales tienen autoconciencia sin
razón, mientras que en el hombre confluyen ambas. Así que la impresiones que
tiene la conciencia pueden ser racionales o no racionales. Mientras que las cosas inanimadas, las plantas
y los animales están sometidas al destino por la causalidad, el hombre, puede
crear su destino -en parte- con su razón. O bien, el destino humano consiste en
movimientos mecánicos y movimientos intencionados.
En ese sentido, Marco
Aurelio recomienda vivir sabiendo que uno puede morir ahorita.[44]
Las acciones humanas tienen un papel en los procesos cósmicos. Los problemas
del hombre son los problemas del cosmos. Somos un microcosmos en el macrocosmos. La
personalidad del hombre puede parecerse a la personalidad de Dios. La visión
estoica permitía ver al cosmos como una especie de ser vivo con su alma y su cuerpo. Igual sucede con el ser umano. Luego el alma
humana sería un fragmento del pneuma que constituye el alma de Dios. En un
sentido antropológico el alma deviene del semen.[45]
Según Crisipo, el alma tendría ocho componentes: los cinco sentidos, el habla,
el sexo y la razón.[46]
El cuerpo humano sería un fragmento del cuerpo cósmico del universo. Esta dualidad implica una tensión que refleja
la cohesión, la naturaleza y la psique. Es importante señalar, que entre muchos
estoicos hay un desprecio por el cuerpo por otorgarle un valor superior al
alma.[47]
Incluso la opción de escoger su muerte es el acto supremo de libertad.[48]
Así lo pensó Séneca. Obviamente también
hubo posturas antisuicidas como la de Platón, quien en el Fedón, condenó al
suicidio por ser contrario a la ley y asumir una función que le correspondería
a los dioses. Sin embargo, el suicidio en la Antigüedad aceptable y justificado
en una variedad de circunstancias.[49]
¿Cuáles? Cuando el estado da una pena de muerte, cuando uno es golpeado por un
dolor incurable, orden de un dios, o cuando se pasa por una vergüenza
inaceptable.[50] ¿Todos tienen derecho al suicidio? Uno podría
pensar de golpe que sí. Pero pensadores como Diógenes el Cínico consideraban
que el sabio estaba mejor vivo y que el estúpido era mejor que se suicidara.[51]
En cambio, Diógenes Laercio consideraba que sabios y estúpidos podían
suicidarse por distintas razones. Cicerón consideró que una persona tenía
derecho a suicidarse si su vida estaba dominada por lo natural. Crisipo llegó a
pensar que en algunas ocasiones era mejor que el sabio se suicidara y el
estúpido permaneciera vivo. Como se puede
notar, su visión de la moral es peculiar. Continuemos con ese asunto de la
moral.
La ética
Los estoicos
consideraban que existía tres valores morales: lo bueno, lo malo y lo
indiferente.[52]
Esto está basado en el pensamiento platónico. Solamente la virtud es buena y el
vicio solamente es malo. Todas las demás cosas son indiferentes.[53]
La virtud se puede identificar con la salud física y la tranquilidad, como una
condición de vivir conforme al telos (al fin) de la naturaleza.[54]
Si esto es así, debemos de obedecer al destino
y la razón divina. Hacer algo en contra de ello, simplemente frustrará a la
persona, pues al final, ocurrirá lo necesario. Esto se puede entender tanto en un sentido
fáctico, como en uno normativo.
Podemos asumir que el
vicio es contrario: no genera salud física ni mental. Sin embargo, algunos estoicos excluyen la
salud del cuerpo de esta fórmula, como sugiere el pensamiento de Epicteto.[55]
Las cosas indiferentes, no son ni buenas, ni malas, pero a veces se puede
aspirar a ellas de manera irracional, pero también se pueden aspirar
racionalmente como si se hiciera dentro de las reglas de un juego.
Hay una finalidad última
de los seres humanos. Esa se identifica
con el vivir conforme a la naturaleza (Zenón). Eso se puede entender como ser racionalmente coherente
porque la naturaleza humana es racional (bajo la visión de algunos estoicos); o
bien, como seguir las leyes de la naturaleza (bajo la visión de otros estoicos),
también se puede entender como la búsqueda de la felicidad (bajo la herencia
aristotélica).
El estoicismo parte del
supuesto de que todos los seres humanos buscan la felicidad. Ahora bien, la
felicidad está en hacer caso a la naturaleza. He aquí entre la ética el vínculo y la
epistemología y la lógica: toda impresión es un asentimiento.[56]
El asentimiento tiene una repercusión cognitiva claramente, pero, también tiene
una moral. En el mundo moral tenemos impulsos. Éstos son creencias (las
creencias se desprenden de las impresiones y su asentimiento) que atribuyen un
determinado tipo de valor a una acción potencial del sujeto.[57]
Hay una gran variedad de impulsos. Los estoicos creen que hay dos tipos de
impulsos: los verdaderos y los falsos. Son representaciones de deseos, que están en
relación con una impresión kataléptica respecto a lo que es bueno o malo para
la persona. Los impulsos falsos son
irracionales. Los impulsos verdaderos están sincronizados con la eupatheia, que
es racional. Ella implica tres aspectos:
el deseo, la cautela y el regocijo. Tad Brennan cree que hay un tercer tipo de
impulso entre los estoicos que él llama “selección”.[58]
Son como deseos que tenemos de hacernos de cosas, de aspirar a cosas. Las
selecciones no se dan en el ámbito de lo bueno y lo malo (eupatheia y pathe). Pero es un deseo a futuro de poseer eso.[59] Las selecciones van acompañadas de la
deselección. Ésta última es el deseo de evadir cosas a futuro que son
indiferentes moralmente.
Los impulsos están
ligados a cuatro emociones: deseo, miedo, placer y dolor.[60] El deseo es la opinión de que hay una cosa
futura buena que se debería alcanzar; el miedo es la opinión de que hay una cosa mala
futura que se debería de evadir; el
placer es la opinión de que hay una cosa buena en el presente que debe ser
exaltada; el dolor es la opinión de que hay una cosa mala presente de la cual
uno debe sentirse mal.[61]
Las emociones son asentimientos cuyo origen son impresiones no katalépticas.[62]
Las elecciones se hacen
respecto a las cosas indiferentes (por gusto), pero también respecto a lo bueno
y lo malo y ahí participa la virtud. Así
que hay una especie de algoritmo racional de la virtud en nuestra elección
(como se describió hace rato). El criterio seguido siempre es elegir el acto
virtuoso (Salva Virtute) y con él, lo
que preserve la vida (la salud, la alimentación, la vida social y la ley. Es justo mencionar que en el estoicismo la ley
es un sistema general de principios y ella siempre es correcta.[63]
La ley es un imperativo que prescribe o prohíbe cosas. Se elige lo beneficioso.
La elección entre las cosas indiferentes siempre se hace en función de la
mismísima virtud, y en segundo término atendiendo a los impulsos. El criterio que se suele seguir ahí es de
utilidad.
Por ende, la ética
estoica está basada en el fundamento de la naturaleza de los seres vivos. Para sobrevivir como un ente racional no
basta vivir solamente como animal, sino como racional. Según ellos Zeus nos creó distintamente a los
animales; por eso, es que los seres humanos tienen razón y los animales,
no. Zeus
nos hizo con la intención de que fuéramos felices y nos dio los medios
para hacer la vida disfrutable.[64]
Por lo tanto, se debe de cuidar el alma y el cuerpo. Conforme desarrollamos nuestro entendimiento
priorizamos nuestra coherencia al obrar respecto a los beneficios materiales.
Es decir, somos seres racionales. Las cosas externas como la salud física y las
riquezas no pueden s ser propiamente buenas, porque se pueden usar para el
mal. Así que son moralmente
indiferentes. La posesión de cosas
externas no puede garantizarnos la felicidad. Curiosamente hay cosas que son indiferentes
moralmente y así se les llama “indiferentes” y pueden ser preferidos (deseados)
o no preferidos (neutrales). Se suele también dividir entre los preferido
(que tiene valor), lo rechazado (que tiene disvalor) y lo que no es ni
preferido ni rechazado (su valor no es significativo). Hay cosas que son naturales, antinaturales, y
ni naturales ni no naturales. Las cosas
con valor suelen ser naturales; las que no tienen valor, antinaturales. Las cosas que sí son malas son los vicios.
Para el estoicismo, los
actos morales implican el reconocimiento de un fin moral y el intento de
llevarlo a cabo.[65]
El fin moral está ligado al fin de la vida. Séneca al respecto dice que éste
es: querer las mismas cosas y no querer las mismas cosas siempre. Crisipo
piensa que el fin de la vida es el bien más alto.
Ellos no distinguen en
su visión de la ética entre la voluntad y el intelecto, como sucedió en la Edad
Media. La voluntad está ligada
totalmente al intelecto. Ellos
distinguen semánticamente a la voluntad como “voluntas” y a la razón como
“mens”.Pero, no operan como facultades distintas, están supeditadas al
hegemonikon. Por lo tanto, la
preocupación del hombre en un sentido moral es el saber racionalmente qué es lo
que es natural (y bueno). Conseguir la
felicidad supone elegir lo más natural. Es un esfuerzo convenientemente motivado. El
estúpido puede percatarse de lo que es correcto y no buscar realizarlo. Querer
el bien no es suficiente, también hay que trabajarlo. El sabio es grande porque
sabe lograr las cosas que elige y que sabe que están a su alcance.
Pohlenz es el filólogo
creador de la interpretación de que voluntad y la razón no están separadas.
Pero otros autores como Rodolfo Mondolfo o como J.M. Rist proponen que la
postura del primero es tendenciosa y podría existir una separación entre ambas
facultades.
Los estoicos proponen no
prestar atención a lo que no depende de nosotros. De nosotros depende nuestra facultad de
elección y nuestra facultad rectora de nuestra alma (una está vertida a los
objetos de la voluntad y la otra a la voluntad misma). A las impresiones que genera nuestra alma hay
una respuesta física, unos primeros movimientos que son las emociones. Las emociones pueden ser buenas o malas y
cada una se divide en dos tipos: la presente y la ausente, así hay una emoción
buena presente, una buena ausente, una mala presente, y una mala ausente. Esas emociones son el deleite (bien presente),
la codicia (bien futuro), la aflicción (mal presente) y el temor (mal futuro),
como ya señalé. Una emoción es una forma de opinión.[66]
Las emociones suelen ser irracionales. El sabio no emite opiniones (pero no
significa que no sienta, solamente que no se deja llevar por las emociones en
sus juicios; por otro lado hay emociones racionales).
A partir de esto los
humanos realizan acciones que pueden ser apropiadas (que sería natural que
realice un animal para su supervivencia y conforme a su naturaleza). Hay una
conexión entre las acciones apropiadas con las virtudes y las acciones
inapropiadas con los vicios. Hay tres tipos de acciones: las apropiadas, las
incompletas apropiadas y las inapropiadas. Las acciones apropiadas o adecuadas
se pueden entender como deberes (kathekon).[67]
Ellas son virtuosas. Las pueden realizar los hombres sabios y en ocasiones los
no sabios. Algunos ejemplos de estas acciones son: honrar a los padres o a la
nación, cuidar la salud, ejercer la movilidad del cuerpo, cuidar de su
comunidad. El grado de felicidad es un marcador del avance en la virtud. Las
acciones incompletas e inapropiadas tanto como las inapropiadas, ambas son
viciosas. Las incompletas apropiadas se
distingue porque son correctas, pero sin una disposición fijada. Esto se debe de distinguir de la división de nuestras
acciones en virtuosas, en viciosas y en ni virtuosas ni viciosas.
Curiosamente los seres
humanos para los estoicos tendemos al vicio. Estamos igualmente lejos de la
virtud. Estamos igual de lejos de vivir conforme a la naturaleza. Los actos viciosos, no importa en qué consista
son igualmente viciosos, pero para los no-sabios hay una gradación entre unos
no tan malos y otros peores. Todos somos no sabios. Y hay que hacer un gran
esfuerzo para ser lo contrario. Los sabios son completamente virtuosos y la
sabiduría permea completamente todos sus actos. De la misma forma no hay un
acto virtuoso más virtuoso que otro. Todos lo son por igual. Luego la virtud es
buena y el vicio es malo. Los no sabios desean dinero, fama (honores) y el
placer que provocan. Cuando no tienen el dinero: hay pobreza, no hay honores,
creen que padecen algo malo. El sabio persigue la comida y la salud.[68]
Los
juicios de valor se realizan en la autopreservación. Estos juicios de valor se
realizan con condicionales lógicas. Respecto a las decisiones buenas y malas,
éstas son un acto epistemológico en parte.
Si bien la naturaleza nos mueve a elegir la virtud, un fallo cognitivo
nos lleva al mal. La voluntad de la
racionalidad que se equivoca nos lleva al conflicto entre saber qué es lo
correcto y la imposibilidad de hacerlo en nuestras acciones. Toda
acción moral es una serie de estados del hegemonikón que es la verdadera racionalidad y
personalidad del hombre, es una especie de centro de control de la mente en el
que decide la capacidad de tomar decisiones racionales.[69]
Como ya vimos, esos juicios van acompañados de emociones. Las emociones del
hombre virtuoso son: el deseo, la alegría y el sentido de precaución
(boulesis). Son emociones positivas, llamadas eupátheia. En cambio, un estado sin emociones, el estado
de apatía es un estado ideal, lejano de ser alcanzado, que no consiste en una
indiferencia a las emociones, sino más bien un estado de ecuanimidad de un ser
humano que siente tanto placer como dolor.
El placer puede ser tanto corporal, como mental. El dolor es una
contracción irracional del alma.[70]
El dolor físico, que es muy evidente que
existe, no puede existir en nosotros, si no es por el asentimiento del
hegemonikón.[71] Aunque los placeres son de dos tipos, nunca se
dan separados el uno del otro plenamente ya que el hombre es unidad de alma y
cuerpo. Ahora bien, placer y dolor siempre acompañan a nuestras emociones y
juicios. Luego, hay un estado emocional negativo de impulsos excesivos e
irracionales: los pathe, que para Crisipo son juicios erróneos y para Zenón son
desórdenes irracionales.[72]
Dentro de los pathe está el thymos, que
es un movimiento antinatural del alma fuera de control. Éste no está presente
en un alma sabia, virtuosa, en una personalidad sana.[73]El
hegemonikón regula a esos tipos de estados emocionales. El hombre sabio tiene
un control mucho más fuerte sobre sus placeres que el hombre corriente. El sabio no comete errores y no puede cometer
respecto a su moralidad.[74]
Y por supuesto huye a los placeres producidos por objetos inmorales. Sin
embargo, no huye al placer. Hay placeres
indiferentes al bien y al mal, hay placeres buenos y hay placeres vergonzosos.
Esta fue una discusión estoica, sobre sus tipos y origen. También se llegó a
discutir si el placer es natural, no natural y/o antinatural.
En el fondo los estoicos
se debaten respecto a una visión dicotómica del hombre en alma y cuerpo, en la
que asumen algunos que el alma está incorporada a la naturaleza y la refleja; u
otros, como Panecio, que oponen el alma a la naturaleza. En el caso de Panecio,
esto implicaba asumir que el alma tenía dos tipos de movimientos o capacidades:
los impulsos o apetitos y la razón. Se puede interpretar que los primeros son
irracionales. Pero también se puede entender que está supeditados por la
naturaleza a fines racionales y que potencialmente éstos son racionales, en
consecuencia. Si bien ambos pueden ser opuestos, podemos hacer que el impulso
obedezca a la razón. Para él el alma
debe de estar libre de pasiones, en un sentido de refrenarlas. Ahora bien, que
el alma no sea natural, no significa que sea inmaterial. Para Panecio era una
mezcla de fuego y aire que perece al morir. No hay una reconciliación para él,
entre el orden humano y el cósmico. No
podemos encontrar la naturaleza universal, sino solamente nuestra naturaleza
individual. Nos convertimos en personas en función de nuestras propias
decisiones. Y éstas deben ser guiadas por la búsqueda del bien verdadero que
esté en consonancia con el bienestar de la humanidad a partir de la consonancia
con los familiares y círculo cercano a través de la justicia, la sabiduría, la
fortaleza y la templanza. Lo que Panecio
buscaba era una armonía entre las capacidades del individuo y sus impulsos.[75]
Es momento para
aprovechar y hablar del tema de la virtud entre los estoicos.
El estoicismo plantea
que si se quiere ser feliz hay que vivir virtuosamente. La virtud es el bien
supremo de elección y el fin de la vida es la felicidad.[76]
La felicidad equivale a que la vida
fluya suavemente, una vida razonada conforme a la naturaleza.[77]
De acuerdo con Zenón cuatro son las virtudes estoicas: valor, moderación,
justicia y sabiduría.[78]
La justicia tiene como
función principal no dañar a otro a menos que uno sea injustamente dañado. En
segundo lugar, consiste en respetar los bienes comunales y usarlos comunalmente,
mientras que se de uso personal a los bienes personales. Aunque no hay propiedades particulares por
naturaleza, sino comunales. Las privadas surgen de la determinación legal, el
comercio, la victoria en la guerra o la ley.[79]
En ese sentido también es reflexionada la exclusividad de las relaciones
maritales. El adulterio es malo por la vida comunal que poseemos. Respecto a otras relaciones sociales, los
estoicos consideran que a los padres se les debe honrar y no traicionar.
Aunque ellas (las
virtudes) son diferenciables, al final, son inseparables. Lo importante es fortalecerse en las cuatro
virtudes, y crear una coherencia entre la teoría y la práctica. Cada ser humano
tiene sus propios dones (aphormai) para conducirse conforme a ellas.[80]
Contrario a las cuatro virtudes están la estupidez, el descontrol, la
injusticia y la cobardía. Los vicios o
pecados serían lo contrario a la virtud. Existe la tesis del estoicismo que
dice que todos los pecados son iguales.[81]
Sostiene la unidad del vicio. Si
solamente hay un bien en la virtud, solamente hay un mal en el vicio. Se basa
en la idea de que el hombre estúpido tiene todos los vicios, aunque no tienda a
todos ellos por naturaleza. La sentencia es engañosa, porque para Zenón algunos
pecados son perdonables y otros imperdonables que transgreden más aspectos del
deber o de la virtud. El pecado implica
una disposición especial del hegemonikón. Y éste al final, por estar en el
alma, implica al pneuma. Cuando hay una
debilidad del alma (en este sentido fisiológico) hay una tensión inadecuada y
viene la falta. No hay grados de culpa,
sino simplemente desorden en el pneuma del alma. Un pecado merece un castigo. La medida adecuada para éste tiene que ver con
la conciencia de lo que significa actuar correcta o incorrectamente. Al
parecer, las cosas que revierten el equilibro pneumático del alma son la pena
impuesta al pecador y la sabiduría. Un hombre que ya casi es sabio, cuando se
desequilibra en su pneuma, sus vicios son faltas menores. Cuando fallece una persona, el alma subsiste.
Las almas fuertes, sobreviven hasta la conflagración final del universo; son
las almas de los sabios. Las almas débiles, que son las pecadoras, sobreviven
menos. Las almas separadas de su cuerpo
son llamadas “héroes”. Ellos pueden ser buenos o malos. Eso depende del estado de la persona cuando
mueres. Cabe mencionar que en la escatología estoica, no solamente se habla de
la existencia del alma humana, sino también de la existencia de los daimones,
como criaturas distintas a Dios y a las almas humanas. Sexto opina que las
almas que logran sobrevivir se convierten es daimones. Son almas de hombres
sabios.[82]
Otros, como Posidonio, piensan que los daimonesque el daimon es un fragmento
del noús; Séneca considera que el daimon es un dios, más en el sentido de un
espíritu-guardián del hombre. Marco Aurelio entiende que el daimon es un
fragmento de Zeus que éste le dio a cada hombre.
Cleantes piensa que hay
un impulso inicial hacia la virtud en el ser humano.[83]
Sin embargo, Antípatro señaló nunca se puede ser totalmente virtuoso o
plenamente malvado. El sufrimiento se da en ese contexto, de la búsqueda de la virtud.
Y es que, según Crisipo, la vida es como una batalla que había que pelear con
honradez.[84] Para algunos, con la virtud basta, para
otros, como Panecio, no. Según él, además de la virtud, se requiere de fuerza,
salud y recursos materiales.[85]
Esto lleva a la
reflexión sobre si solamente la virtud es buena o existen otras cosas buenas.
Al parecer, los estoicos distinguían entre lo moral (que es la virtud), lo
inmoral y lo amoral.[86]
Paradójicamente la historia, como la suma de
las vidas, no es siempre distinta, sino es cíclica: las mismas cosas suceden
todo el tiempo.[87]
Se da bajo el contexto metafísico de la oikeiosis, como la vinculación
colectiva entre las personas y sus intereses vitales.[88] Es una especie de estar en casa todos, una
afinidad que nos familiariza.[89]
Se suele traducir como “apropiación”, “afinidad”
o “familiarización”.[90]
En un sentido etimológico tiene que ver
con la casa (oikos) y la manutención de la casa (oikeion).[91]
La oikeiosis, por un
lado, está relacionada con los periodos de la vida: el nacimiento, la infancia,
la juventud, la madurez y la vejez. El
primer impulso de un animal (y del hombre como animal) es el de la
preservación. Eso está ligado al oikeion (los animales buscan su resguardo,
encuentran o crean su casa y/o su territorio).[92]
Ellos sienten a su edad una necesidad de manutención que varía según su propia
etapa vital. La naturaleza, en este contexto, trata de igual manera a las
plantas y animales. A cada viviente le da una finalidad propia e impulsos (que
están en relación con esa finalidad).[93]
Hay una jerarquía ordenada de
constituciones o principios animadores entre los seres vivos. La concepción estoica de la vida, reconoce
principios de vida y alma en las plantas. En el humano la oikeiosis está ligada
a la virtud, por ende, ésta definitivamente implica la salud y la alimentación.
Pero, incluso, si pensamos también la virtud en términos más clásicos, la
justicia es una derivación de la oikeiosis. Uno busca lo que les corresponde por
naturaleza. Pero la oikeiosis no solamente implica la individualidad, sino la
alteridad. La persona es capaz de ver al otro como parte de sí, como miembro de
su familia. Este concepto de oikeion es muy plástico.
Visto en un aspecto no
histórico macroscópico, sino microscópico, el estoico debe dentro de ese
contexto cíclico buscar vivir su vida lo mejor posible. Algunos como Crisipo,
valoraban la soltería. Otros, como Antípatro, estuvieron a favor del
matrimonio, la elección adecuada de una esposa y la buena crianza de los hijos.[94]
Una buena ciudad se construye en función de la base social de la familia. El
matrimonio sirve para unir dos almas y que éstas se perfeccionen. Cada alma en lo particular busca la euthymia, el
bienestar anímico; y, de acuerdo con Atenodoro, el esparcimiento era bastante
importante para resistir a los vicios y para no quebrarse.[95]
Por otro lado, también
hay una tendencia natural hacia el liderazgo, según Panecio; cada quién debe de
alcanzar su potencial a su modo.[96]
La visión de Panecio ve el liderazgo como algo colaborativo; pero hay otras
distintas, como la de Posidonio de Apamea que ve el liderazgo como algo
competitivo: se “siempre el mejor y superior a los otros”.[97]
Lo anterior nos lleva a
concluir que los estoicos creían en la libertad, pero no la creían como un
absoluto, sino como algo bastante limitado, como así señaló Epicteto, pues
nadie es autor pleno de lo que le sucede en la vida, la cual es como una obra
de teatro, en la que escogemos realizar bien el personaje, pero no escogemos lo
que el dramaturgo decide que seamos como personaje.[98]
La discusión sobre si son deterministas
es complicada, como señala John Michael Rist.[99]
Se solía refutar el supuesto
determinismo estoico con el argumento perezoso. Lo que el argumento propone es
que si lo que nos va a suceder ya está predeterminado, entonces no debemos
preocuparnos, porque hagamos lo que hagamos el destino ya tiene un camino.
Se dice que todo lo que ocurre ya está
determinado para ocurrir por un plan de Zeus acorde a la necesidad. La gente
morirá haciendo las cosas que estaba destinada a hacer. Y si estabas destinado a
ser sabio, morirás feliz. Pero si no, morirás siendo un no-sabio infeliz.[100]
Esto genera una tendencia a pensar que
el destino nos priva de la responsabilidad moral. Sin embargo, hay fragmentos
del pensamiento estoico que denotan la creencia en una libertad. Es decir,
entiende de manera dialéctica la libertad en relación con el destino. En consecuencia, hay dos posturas respecto al
destino en los estoicos: el determinismo y el compatibilismo (entre libertad y
destino).[101]
La necesidad y la posibilidad metafísicas se relacionan en este contexto. La
necesidad está ligada al destino: remite a lo que es, fue y será. El destino no
es un futuro inexorable, es lo que es siempre en el pasado, presente y futuro.
Lo posible es que podría ocurrir.[102]
La muerte es destino, pero la libertad
es posibilidad. Es verdad que Crisipo
distinguió entre necesidad y destino, pero no queda clara cómo fue esta
distinción. Por otro lado, los estoicos
posteriores no hicieron tal distinción y los manejaron como sinónimos.[103]
“Necesidad” no es equivalente a “predestinación”, no es necesidad del destino.
Sin embargo, está la discusión entre algunos sobre la divina providencia y su
relación con el destino. En ese sentido, lo predestinado es providencial, según
Crisipo, y viceversa; aun así, Dios no lo sabe todo (de acuerdo con ese mismo
filósofo). Por el otro lado, con
Cleantes, no sucede así. No todo lo que fuera predestinado sería providencial. La providencia, en el sentido estoico
significa “prever correctamente”.[104]
Luego, o todo lo que es necesario es
previsible racionalmente o no lo es.
Existen ciertos
supuestos respecto a la libertad y el destino en el pensamiento estoico: 1) hay
algunas acciones de los agentes morales que merecen premio o castigo; 2) la
acción merece castigo o premio solamente si es atribuible al agente moral; 3)
la acción no le es atribuible al agente si era necesaria para él que la realizara;
4) hay algunas acciones que realiza el sujeto sin que sean necesarias que las
realice.[105] Y es que todo tiene una causa: sea la
necesidad o sea la misma libertad.
Los hombres tenemos
impulsos que provienen de nosotros. Podemos interpretar que dichos impulsos los
genera el destino, o bien, que provienen de nuestra libertad. Esa es la tesis de la incompatibilidad. Pero
también existe el modelo de la compatibilidad que dice que la libertad y la
necesidad no se excluyen en nuestra toma de decisiones, aprovechando que no hay
un límite claro entre lo interno y lo externo en la psique de quien toma las
decisiones, como se puede observar en el pensamiento de Crisipo.[106]
Tad Brennan señala que hay ambos modelos interpretativos sobre la filosofía
estoica.
Los actos libres que
realizaba el hombre eran el producto de la formación del carácter.[107] Ésta es formada por la educación.[108]
La educación determina nuestras capacidades. En este contexto la libertad es la
capacidad que tiene alguien de cuidarse completamente a sí mismo. Nuestra educación determina nuestro destino.
El control que tenemos
sobre nuestras personas es mínimo y debemos aprender a distinguir lo que
podemos controlar de lo que no.[109] En el ámbito de lo controlable, si queremos
vivir de un modo, tenemos que aprender a pensar del modo adecuado: nuestras
opiniones determinan la realidad en que vivimos.[110]
Para ser dañados por algo, tenemos que ser cómplices de eso. Por ejemplo, si
alguien te insulta tienes que creer que te estaba haciendo daño para que te
afecte.[111]
En consecuencia, en la interacción entre lo que podemos controlar y lo que no,
para ser feliz hay que persistir y resistir.
Esto implica vivir en
armonía con la naturaleza propia, que es racional (con nosotros mismos) y con
la naturaleza del cosmos (no somos unidades aisladas, estamos integradas a un
todo). La conexión entre ética y política se da. Porque la persona individual es un habitante
del mundo (cosmopolitismo). Por eso sostuvieron y defendieron actitudes
políticas. Los filósofos estoicos durante los primeros tiempos del imperio
romano representaron la oposición a los gobernantes autoritarios: Julio César,
Nerón y otros. Así que suele decirse, según las palabras del historiador
Richard Gummere, “la adusta enfermera de los héroes durante el primer siglo del
imperio”.[112] Algunos filósofos estoicos atenienses, incluso
fungieron como embajadores de Atenas ante Roma. Muchos estoicos, como Zenón y
Crisipo, sostuvieron que el gobierno debe de ser liderado por puros sabios.[113]
Lo cierto, es que los estoicos se mantuvieron cerca del poder, en general:
fueron diplomáticos en Atenas y maestros de gente brillante; en Roma fueron
generales, cónsules o consejeros de príncipes (como Ario y Atenodoro), o reyes
como Marco Aurelio.[114]
No obstante, también hubo algunos lejanos al poder, que eran pobres, o incluso,
esclavos, como Epicteto.
El legado
del estoicismo
El estoicismo inició su
declive en el siglo III d.C. El último
de los más infuyentes fue Marco Aurelio. Murió en el 180 d.C. Explicaciones de la decadencia del estoicismo
hay. Algunos dicen que se debió a que era una forma de vida poco atractiva para
una sociedad romana corrupta y depravada (W.E.H. Lecky), por la falta de
maestros carismáticos después de la muerte de Epicteto (M..L. Clarke). William
B. Irvine nos comenta que también declinó el estoicismo porque el cristianismo
compitió en su contra por un mismo público que buscaba alejarse de los deseos
malos y ser virtuosos.[115]
Fue desplazado este
movimiento por el neoplatonismo en torno al año 200 d.C. La poca presencia de
escuelas estoicas terminó con el cierre de las escuelas filosóficas paganas de
Atenas por parte del emperador Justiniano en el 529 d.C. Algunos consideran eso
el final de la filosofía antigua. Algunos de los que colaboraron a presevar el
estoicismo fueron el filósofo Aretas, obispo de Cesarea, quien era un gran
coleccionista de libros. Rescató las Disertaciones de Epicteto y las Meditaciones
de Marco Aurelio. Algunas ideas estoicas fueron traducidas al mundo árabe, a
través de Acerca de las doctrinas de Hipócrates y Platón de Galeno, la Historia
de la Filosofía de Porfirio y Al Kindi con el Sobre el arte de disipar
las personas. Las ideas de Epicteto se utilizaron en los monasterios para
la formación de los monjes. Con Francisco Petrarca en el Renacimiento hubo una
revaloración de Cicerón. Niccoló Perotti alrededor de 1450 tradujo al latín de Enquiridión de Epicteto.
También lo tradujo Angelo Poliziano en 1479 y su versión, publicada en 1479, se
hizo clásica. En el siglo XVI, con la
invención de la imprenta, se divulgaron las ideas estoicas, especialmente las
de Séneca.
Después de la Edad
Media, la pervivencia del estoicismo es difícil de rastrear. Sin embargo, desde
el Renacimiento hasta el siglo XVIII fue una corriente muy importante en el
desarrollo del pensamiento occidental. En la Modernidad, el interés por el
estoicismo fue fomentado por Montaigne yJ usto
Lipsio. Hubo un movimiento neo estoico. También Hugo
Grocio y René Descartes. Por otro lado, hubo algunos críticos acérrimos del
estoicismo, como Blas Pascal y Malebranche, quienes criticaron la felicidad del
sabio. En el siglo XIX se perdió el
interés en específico en torno a las corrientes helenísticas, para ser
desplazado por el interés sobre sus predecesores: Sócrates, Platón y Aristóteles. Los estoicos fueron vistos como poco
originales. Solamente Hegel lo retoma su corriente en la Fenomenología del
Espíritu, pero entiende al estoicismo como el producto de una cultura de la
esclavitud y del temor; es visto como una filosofía introspectiva que concibe
como libertad a la desconexión con el mundo exterior. En el siglo XX, quien estudia con relevancia
a los estoicos, es Bertrand Russell, en su libro Estoicismo y salud mental.
Sartre se consideró estoico con su desapego a las cosas y las personas y una
filosofía que propone transformar su vida.
También el último Foucault explotó el estoicismo con su idea del cuidado
de sí. Deleuze valora al estoicismo como
una filosofía de la inmanencia opuesta al platonismo.
Hay estudiosos actuales
importantes del estoicismo, como John Sellars, Ryan Holiday, Stephen Hanselman,
Holiday y Hanselman comparte la idea con los estoicos de que “la única razón para
estudiar filosofía es volverse una mejor persona”.[116]
Y añaden: “Si algo es filosofía, es una respuesta a esta pregunta: cómo vivir”.[117]
En ese sentido Tad Brennan hace el planteamiento de qué es un estoico: lo ve
como una posibilidad de vivir conforme a lo que plantean los antiguos filósofos
estoicos y el porqué uno querría vivir conforme al estoicismo. En un sentido
popular ser un estoico es sinónimo de ser poco emocional, indiferente al placer
y al dolor, estar resignado a lo que depare el destino.
El estoicismo, según el
filósofo William B. Irvine es una filosofía de vida. Los estoicos proponían su
forma de vida como la mejor posible. Esto es indemostrable y existen otras
opciones de vivir. La forma de vida de
cada individuo depende de la personalidad y circunstancias en las que esté.[118]
El estoicismo, en realidad, es una receta paradójica y polémica de la
felicidad, como observó Paul Veyne. William B. Irvine, propuso algunas técnicas
psicológicas extraídas del estoicismo para afrontar la vida actual: la visualización negativa, la dicotomía del
control, la autoprivación, la meditación, superar las humillaciones, enfrentar
la aflicción con la razón.
La visualización
negativa (consiste en imaginar los escenarios negativos que queremos prevenir y
plantear nuevas metas conforme a los resultados que podemos vislumbrar), por ejemplo, pensar en la separación de la pareja, en la
muerte de los hijos o la propia muerte. La visualización negativa te permite
valorar lo que tienes, a sabiendas, de que lo puedes perder en un futuro; sirve
para prepararnos para los cambios y la impermanencia del mundo. Se puede con
esa proyección ser fatalista hacia el futuro, hacia el presento o hacia el
pasado.
La dicotomía del control
expresa que tenemos dos alternativas para controlar las cosas: las que suceden
en nuestra exterior y las que suceden en nuestro interior. Optar por el
exterior es lo que la mayoría hace. Pero
mucho de lo que sucede en el exterior no depende de nosotros o depende
parcialmente de lo que hagamos. En cambio, muchas veces nuestros daños y
errores no provienen del exterior sino de la desatención al interior. Hay que
reflexionar sobre las causas del deseo y nuestras insatisfacciones. Entonces
conviene invertir en nosotros mismos y nuestros valores.
La auto privación es
otro mecanismo estoico. Propone
renunciar, privarnos de cosas que nos hacen sentir bien, para valorar lo que
tenemos y lo que realmente nos hace sentir bien. Es generarnos actos de
incomodidad voluntaria. Proponen abstenernos de los placeres que puedan crear
dependencia. La voluntad es como un músculo. Ellos proponen simplificar la
dieta. Así que el acto de renunciar al places puede ser placentero. Musonio
Rufo propone en vez de vivir para comer, comer para vivir. Considera que nos placeres gastronómicos no
son inocuos. Pueden ocasionar problemas para nuestro autocontrol y para nuestra
salud. Incluso llega a señalar que el placer vinculado a la comida es el más
difícil de combatir de todos los placeres.[119]
La meditación es otro
consejo que dan los filósofos estoicos, es decir, la reflexión sobre los
acontecimientos de nuestra vida cotidiana. Séneca recomienda meditar sobre los asuntos
del día al acostarse en la noche, especialmente prestando atención a las cosas
que perturbaron las emociones. La idea es entender nuestros motivos, autoobservarnos
y autocomentarnos. Siempre debemos gobernarnos por la razón, y debemos
preguntarnos qué nos guía si no es ésta. La meditación es para que el pensamiento
estoico se convierta en acto. Se tiene que practicar, aunque se crea que no
funciona, aun cuando el éxito parezca imposible. Aconsejan buscar la serenidad en nuestra
meditación, para ello es conveniente no buscar la fama ni la fortuna, elegir
bien a nuestras compañías. Este último aspecto es bien importante: las
relaciones sociales. Es importante formar un carácter y patrón en la soledad
para sernos fieles a nosotros mismos cuando estemos con otras personas.
Entonces es importante no asociarse con personas irritantes, equivocadas o
maliciosas. Entonces debemos elegir amistades con buenos valores. Los vicios
son contagiosos. Así que conviene
alejarse de las personas viciosas.
Mucha gente insulta a
otra. Los insultos claro que suelen ser dolorosos. Es verdad que puede ser el
caso que tomemos como insulto un comentario que no lo pretenda, pero también es
cierto que hay insultos que vienen de gente que tiene tal intención. El que
insulta es como un niño ofendiendo. Los insultos pueden provenir de jefes,
compañeros de trabajo, amigos, familiares o vecinos. El insulto puede ser
directo o indirecto. Maneras de
desarticular los insultos serían: preguntarse por qué tal comentario es un
insulto, otra forma es valorar hasta qué punto el que insulta está bien
informado, otra forma de desarticular el insulto es valorar la fuente del
insulto, si es alguien de quien valore o respete sus opiniones. Si proviene de un individuo despreciable, no
vale la pena darle importancia al insulto. En ese sentido el insulto vale no
por la persona que lo profiere, sino por el juicio de que están insultando. En
ese sentido el insulto del otro no te hace daño, a menos que le estés dispuesto
a aceptar que así sea. En realidad, son
meros fastidios. Porque realmente la persona no te hace ningún daño físico. Se
puede responder al insulto con humor (no en contra del otro sino en contra de
sí mismo) o bien se puede simplemente ignorar a quien lo insulta. En ocasiones, conviene a un insulto, reprender
a través de un castigo legal hacia quien insulta, no para fomentar la venganza,
sino para realizar la cautela y que no vuelva a ocurrir.
Las aflicciones deben de
afrontarse con visualización negativa, y el disfrute de la persona mientras
viva. Si la emoción rebasa a las razones, hay que tratar de unirse a otros
duelos y tratar de cancelar la emoción. Incluso podemos proyectar a futuro la
insignificancia cósmica de nuestros problemas.
La búsqueda de la fama
también es algo absurdo. Perseguirla
puede generar ansiedad y malestar. Ésta tiene grados: puede ser mundial,
regional o local. Hay quienes no quieren ser famosos en el mundo, sino en su
círculo social o su ámbito laboral. Pero
el peso de la fama supera a sus beneficios. La fama conduce complacer a los
demás en vez de complacerse a uno mismo. Incluso es ridículo añorar la fama después de
la muerte, cuando no se puede gozar de ella. Conviene convertir el día presente
en el mejor posible (Marco Aurelio). Ignorar lo que los demás piensan de nosotros
es más adecuado y es algo que sí podemos controlar. Incluso podemos hacer cosas que granjeen su
desdén, como vestir contrario a la moda, para darnos cuenta de la banalidad de
la opinión ajena. Algo similar sucede con la vida lujosa.La riqueza no modifica
el estado de la mente. Si tenemos aflicciones el dinero no nos las quitará,
tampoco nos consolará en la vejez. Musonio Rufo creyó que los ricos viejos
vivían tristes. La mayoría busca un estilo de vida lujoso para granjearse la admiración
de los demás. Se puede valorar la vida en el deleite de las situaciones
cotidianas de la vida. La gente que vive
con lujos pierde la capacidad de disfrutar las cosas sencillas. Las
aspiraciones de la gente adinerada son: propiedades lujosas, comidas
extravagantes y caras, ropas caras. Y
siempre se va a aspirar a más porque el deseo del lujo no es uno natural. El
dinero se emplea para fomentar el vicio. Se debe aspirar a lo natural, a lo que el
cuerpo mínimamente necesita (Epicteto): alimento para cubrir el cuerpo, ropa y una
vivienda. Ahora bien, el estoicismo no
exige renunciar a la riqueza, sino usarla para el bien propio y el de los
allegados. Tampoco está mal obtenerla,
mientras no sea abusando de los demás.
Otro asunto con el que
lidian los estoicos es con el cambio de residencia. El fenómeno del exilio era
común en la Edad Antigua. Los filósofos fueron expulsados tres veces de Roma en
161 d.C., otra fueron expulsados por Vespasiano, y otra más durante el gobierno
de Domiciano. Séneca y Epicteto fueron exiliados
una vez; Musonio Rufo fue exliado dos veces. Puedes perder todo, pero no tu
posición en la naturaleza, ni tu virtud (Séneca). El estoico suele no
considerarse un habitante de un estado, sino del mundo. Algo semejante en la
actualidad al destierro es ser metido a un asilo o bien perder todo en una
catástrofe natural. Aprovechando el tema
de los asilos, pensemos en la vejez, para los estoicos la vejez es algo que
sucede y es grave por la muerte. Pero ésta debe ser aceptada. El que no ha
vivido bien, querrá retrasar la muerte. Es mejor vivir cada día como si fuera el
último. E incluso eran defensores del suicidio cuando la vida era miserable o
inútil.
En fin, la práctica del
estoicismo es difícil. Esta transición
se recomienda sea discreta, para evitar burlas, manteniendo incluso un perfil
filosófico bajo. A esto le llama William B. Irvine, estoicismo sigiloso. La recompensa de esta filosofía de vida es ser
más virtuoso uno como persona, la disminución de emociones negativas y el
aumento de deleite ante el mundo. Se aprende a gozar lo que está en nuestras
manos, independientemente de que deseemos otras cosas. ¿Cuándo empezar? En el
instante debe hacerse (Epicteto), y se deberá seguir practicando, incluso,
aunque se sienta que no hay resultados (eventualmente los habrá). L estoico
elige conquistarse a sí mismo. Irvine y los estoicos proponen los siguientes
pasos: hacer un inventario de los deseos que dominan la mente; diseñar un plan
para satisfacerlos; poner en práctica el plan. La vida estoica es de
autodisciplina fundamentalmente. La autodisciplina y la vida estoica se
alcanzan a través de las siguientes recomendaciones: ser autoconscientes;
utilizar nuestra capacidad de razonamiento para enfrentar las emociones
negativas; buscar la serenidad en nuestras relaciones sociales porque
requerimos de la vida social, pero paradójicamente la gente es molesta; debemos
de controlar nuestra insaciabilidad; no debemos preocuparnos por las cosas que
no están en nuestro control.
El estoicismo
contemporáneo no es el estoicismo antiguo. Pero se confecciona a partir de su
base histórica. Se puede hacer dialogar, como cfree William B. Irving las tesis
de estoicismo antiguo con las aportaciones de la ciencia -y con algunas otras
ideas filosóficas- para actualizarlo. Tampoco podemos decir que todos podemos vivir
igual el estoicismo, cada quien desarrolla su estilo personal de vivirlo de
acuerdo a su propia personalidad y circunstancias particulares. Incluso no es
una herramienta que sea universalmente útil a todos los seres humanos. Otras
herramientas a explorar son el epicureísmo, el budismo zen y el escepticismo,
por ejemplo. Se puede optar por otra o por ninguna. El valor del estoicismo,
incluso, puede limitarse a ofrecer una reflexión sobre el sentido de la vida a
una persona sin que ésta tenga que aplicarlo como filosofía de vida.
Bibliografía
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[1] John
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[2] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
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[3] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, duties and fate, edit. Cambridge
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[4] Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions,
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[5] John Sellar, Estoicismo. Una
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[6] John Sellar, Estoicismo. Una
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p.60.
[7] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 228.
[8] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
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[9] John Sellar, Estoicismo. Una
introducción a la filosofía del arte de vivir, edit. Paidós, México, 2024,
p. 64-65.
[10] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 308.
[11] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
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[12] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 280.
[13] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
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[14]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
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[15]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p. 52.
[16]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p. 55.
[17] Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate,
edit. Oxford University Press, Reino Unido, 2010, p. 54.
[18] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p. 105.
[19]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p.55.
[20]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford University Press, Reino
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[21] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p.131.
[22] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 131.
[23] Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate,
edit. Oxford University Press, Reino Unido, 2010, p. 54 y ss.
[24] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p.62.
[25]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p. 60.
[26]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford University Press, Reino
Unido, 2010, p. 69.
[27] John Michael Rist, La filosofía
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[28] John Michael Rist, La filosofía
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[29] John Michael Rist, La filosofía
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[30] John Michael Rist, La filosofía
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[33] John Michael Rist, La filosofía
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[34] Laura Liliana Gómez Espíndola, Responsabilidad
moral y destino en el estoicismo temprano, México, UNAM, 2016, p. 23 y ss.
[35] Laura Liliana Gómez Espíndola, Responsabilidad moral y destino en el
estoicismo temprano, México, UNAM, 2016, p. 24.
[36] [36] Laura Liliana Gómez Espíndola, Responsabilidad
moral y destino en el estoicismo temprano, México, UNAM, 2016, p. 164 y ss.
[37] [37] Laura Liliana Gómez Espíndola, Responsabilidad
moral y destino en el estoicismo temprano, México, UNAM, 2016, p. 164 y ss.
[38] [38] Laura Liliana Gómez Espíndola, Responsabilidad
moral y destino en el estoicismo temprano, México, UNAM, 2016, p. 181-182.
[39] [39] Laura Liliana Gómez Espíndola, Responsabilidad
moral y destino en el estoicismo temprano, México, UNAM, 2016, p.187-188.
[40] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 260.
[41] Laura Liliana Gómez Espíndola, Responsabilidad
moral y destino en el estoicismo temprano, México, UNAM, 2016, p. 19 y ss.
[42] Laura Liliana Gómez Espíndola, Responsabilidad
moral y destino en el estoicismo temprano, México, UNAM, 2016, p. 25.
[43] Laura Liliana Gómez
Espíndola, Responsabilidad moral y destino en el estoicismo temprano, edit.
UNAM, México, 2016, p. 87.
[44] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p.324.
[45] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 251.
[47] John Michael Rist, La filosofía
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[49] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 221.
[50] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p.224.
[51] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p.226.
[52] Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate,
edit. Oxford University Press, Gran Bretaña, 2010, p 119.
[53] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Gran Bretaña, 2010, p.
121.
[54] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Gran Bretaña, 2010, p.127-128.
[55] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford University
Press, Gran Bretaña, 2010, p. 130.
[56]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford University
Press, Reino Unido, 2010, p. 51.
[57]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p.86.
[58] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p.98-99.
[59] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p. 99.
[60]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p.93.
[61] Tad Brennan, The Stoic Life.
Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford University Press, Reino Unido,
2010, p. 93.
[62] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p. 93.
[63] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Gran Bretaña, 2010, p. 193.
[64] William. B. Irvine, El arte de
la buena vida: un camino hacia la alegría estoica, edición Kindle.
[65] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 209.
[66] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Reino Unido, 2010, p. 95.
[67] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Gran Bretaña, 2010, p170.
[68] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford University Press, Reino
Unido, 2005, p. 36 y ss.
[69] Cfr. Hegemonikon - Estoicopedia, la biblioteca
estoica.
(consultado el 19 de junio de 2024).
[70] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 53.
[71] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 55.
[72] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 34.
[73] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 35.
[74] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p.110.
[75] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, capítulo 10.
[78] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 27.
[79] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, Oxford University
Press, Gran Bretaña, 2010, p. 209.
[80] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 199.
[81] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 82.
[82] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 249.
[83] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 33.
[84] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 62.
[85] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 103.
[86] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 20.
[87] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023. 69.
[88] Ryan Holiday y Stephen Hanselman,
Vidas de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023., p. 88.
[89] Para ver un poco más claro
este concepto, vea la entrada en Wikipedia de: Oikeiôsis - Wikipedia, la enciclopedia libre (consultado el 17 de junio de 2024
).
[90]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Gran Bretaña, 2010, p. 154.
[91] Tad
Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Gran Bretaña, 2010, p 154.
[92]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Gran Bretaña, 2010, p155.
[93]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate, edit. Oxford
University Press, Gran Bretaña, 2010, p. 155
[94] Ryan Holiday y Stephen H.anselman,
Vidas de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio,
edit. Océano, México, 2023, p. 84, 85.
[95] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 190.
[96] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 100.
[97] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 123.
[98] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p.277.
[99] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 111.
[100]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties, and Fate, edit. Oxford University Press, Gran
Bretaña, 2010, p. 235 y ss.
[101] Laura Liliana Gómez
Espíndola, Responsabilidad moral y destino en el estoicismo temprano,
edit. UNAM, 2016, p. 14.
[102] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 119-120.
[103] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 123.
[104] John
Michael Rist, La filosofía estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 124.
[105]
Tad Brennan, The Stoic Life. Emotions, Duties and Fate,edit. Oxford University
Press, Gran Bretaña, p. 243.
[106]
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[107] John Michael Rist, La filosofía
estoica, edit. Ariel, Barcelona, 2022, p. 129.
[108] John Michael Rist, La filosofía
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[109] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p.282.
[110] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 283.
[111] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 283.
[112] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio, edit. Océano, México, 2023, p. 12.
[113] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
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[114] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
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[115] William. B. Irvine, El arte de
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[116] Ryan Holiday y Stephen
Hanselman, Vidas de los estoicos. El arte de vivir de Zenón a Marco Aurelio,
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[117] Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vidas
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[118] William.
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[119] William. B. Irvine, El arte de
la buena vida: un camino hacia la alegría estoica, edición Kindle.
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