¿Qué es una palabra?

 

Vivimos en un mundo rodeado de palabras. Las palabras son instrumentos que usamos para todo. Pero también las palabras son estructuras que organizan al mundo, permiten comunicarnos y expresarnos. Cuando mencionamos una palabra, podemos pensar en lo que la definición de la RAE propone: es una “Unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura”.[1] Las palabras son como los átomos del pensamiento que se organizan en enunciados y éstos en discursos.   Todas las lenguas del mundo tienen palabras, no existe ningún idioma sin ellas. Son las estructuras del lenguaje más intuitivas y, además, las más parecidas a los objetos físicos de la realidad.[2] Por eso se puede decir que es la “unidad mínima con significado que se puede pronunciar de manera aislada”.[3]

Así como se sabe que en la naturaleza el átomo tiene núcleo y electrones, se sabe que las palabras tienen en su estructura: raíces y gramemas (afijos).  La raíz es el elemento irreducible de la palabra que encierra el sentido fundamental de ésta.  Luego existen partículas que se le agregan a la raíz. Las raíces suelen ser partes invariables de la palabra (como en perro, lo invariable es perr-). Sin embargo, en ocasiones las raíces pueden expresar variabilidad. Cuando hay tal cosa, ase les llama alomorfos. Pensemos en el verbo poder, que tiene tres alomorfos: “pod-“, “pued-“, “pud-“.

A los elementos que se les añade a la raíz se les llama afijos. Son de tres tipos, como veremos. Los afijos se le añaden al principio (prefijos), en medio (infijos) y al final (sufijos). Algunas palabras mezclan algunos de estos componentes, por ejemplo, la palabra “entristecer” añade un prefijo y un sufijo a la raíz “triste”.  A tal fenómeno se le llama parasíntesis. Existe pues una base (que es una palabra) y a ésta se le va a añadir un afijo.

Las palabras están, pues, formadas por dos estructuras: las raíces y los afijos.  Aunque algunas palabras solamente están formadas por un afijo (ejemplo: “y”), o por una raíz (ejemplo: “veloz”).  Regularmente en español la mayoría de las palabras mezclan raíces y afijos.

Raíces y afijos conforman morfemas. Un morfema puede ser definido como un signo lingüístico mínimo porque es el componente más pequeño de la palabra que contribuye a su significado, es decir, un morfema es la unidad mínima con significado dentro de una palabra.   Si el morfema se encuentra aislado formando una palabra completa, se le llama morfema libre, si no puede pronunciarse aislado, se le llama morfema ligado.

Cabe mencionar que los morfemas son de dos tipos: los morfemas léxicos, cuyo significado se relaciona con el mundo real o extralingüístico, y los morfemas gramaticales, cuyos significados son intralingüísticos.  Los morfemas léxicos están conformados por las raíces de sustantivos, verbos y adjetivos; los morfemas gramaticales están formados por los afijos de dichas palabras, los pronombres, las conjunciones y las preposiciones.  

Ahora pasemos a los gramemas.  Los morfemas gramaticales son llamados gramemas. Un gramema es un segmento de una palabra que añade al significado de ésta: género, número, tiempo verbal u otro significado extra.  Los gramemas se dividen a su vez en tres tipos: prefijos, infijos, sufijos. El prefijo es el gramema que precede a la raíz. El infijo se inserta en la raíz. El sufijo le sucede (va después de la raíz).  A su vez, hay dos tipos de sufijos: las flexiones y las desinencias. Las flexiones indican variaciones gramaticales de la palabra, como: género, número y tiempo. Las flexiones se aplican a sustantivos, adjetivos y verbos. Luego, están las desinencias, que se aplican a los nombres o adjetivos, y añaden una idea a la raíz de grandeza, pequeñez, desprecio, pluralidad, actividad, etc.[4]

También sucede que se usan palabras completas para funcionar como prefijos o como sufijos. A las primeras se les llama pseudoprefijos (como pseudos, que significa mentira o falsedad), a las segundas se les llama pseudodesinencias (como logía, que significa estudio, palabra, conocimiento; o como cracia, que significa poder, gobierno).

A las palabras que proceden de una misma raíz se les considera como una familia. Son una familia de palabras. Cuando comparamos palabras que forman una misma familia por compartir una misma raíz y le quitamos el sufijo que indica la concordancia gramatical (marcas flexivas o flexiones), queda una estructura que llamamos radical.[5] 

Tales átomos no son siempre iguales, evolucionan en el universo del lenguaje. Las palabras experimentan cambios, los cuales, pueden ser de tres tipos: fonéticos, morfológicos y semánticos. Los cambios fonéticos implican que algunos sonidos de las palabras cambien, es decir, que las palabras vayan sonando distinto, se pronuncien de otra forma, sea porque se transformen o desaparezcan algunos sonidos. Los cambios morfológicos son aquellos que suceden en la estructura de la palabra: es decir que se le añadan estructuras nuevas (que implican sonidos nuevos) al principio (prótesis), en medio (epéntesis) o al final de la palabra (paragoge). También su estructura puede cambiar por supresión al principio de la palabra (aféresis), en medio de la palabra (sincopa) y al final de la palabra (apócope). Igualmente, los cambios vienen por fusión (contracción) o por el cambio de lugar letras (metátesis). Por último, los cambios semánticos son aquellos cambios en el significado de la palabra.

Existen las palabras en un estado puro. A éstas se les llama: tema. Luego están las desinencias, que son las letras o letra indican si la palabra se refiere a individuo o varios (número) y el rol que realizan dentro de un enunciado, teniendo una función gramatical.

Clasificación de las palabras en función de sus categorías léxicas

 

Las palabras se pueden dividir de manera general en nombres y verbos. Los primeros se refieren a cosas del mundo (también se les llama sustantivos), mientras los verbos se refieren a actividades o a estados. Los nombres y los verbos se relacionan de manera distinta. Los nombres regularmente van acompañados de otras palabras llamadas artículos. También existen otros dos tipos de palabras: los adjetivos (que indican propiedades del nombre) y los adverbios (que modifican al verbo, al adjetivo u a otro adverbio).  Un último tipo de palabra que hay en el español que es de importancia son las preposiciones, las conjunciones y los pronombres.  Las preposiciones son elementos invariables que unen a una palabra con otra. Las conjunciones son palabras invariables unen a dos más estructuras de una oración, es decir, para coordinar o subordinar enunciados entre sí.   Los pronombres son palabras que remplazan a los nombres (a los sustantivos) para hacer su función.           

Los verbos tienen modos o formas verbales. Estos son el modo indicativo, para referirse a hechos afirmando o negando, el modo subjuntivo (para expresar otro tipo de intenciones: posibilidades, dudas, órdenes, deseos), y el modo infinitivo (para mostrar el verbo de manera abstracta y pura, sin afectación de género, caso o número).  Los verbos, además, expresa un tiempo gramatical y poseen conjugaciones (propiedades flexivas que tienen en función del género y el número).          

Mientras que algunas cantidades de palabras son limitadas, como las preposiciones, los pronombres y las conjunciones, otros tipos de palabras en principio tienen un léxico ilimitado, como sucede con los sustantivos, los verbos y los adjetivos. En ese sentido hay dos tipos de clases de palabras: las clases abiertas, que siempre están variando su cantidad de palabras por el olvido y creación de nuevas; y las clases cerradas, cuya cantidad es específica.

Clasificación de las palabras por sus elementos

 

Ahora bien, desde otro criterio, las palabras también se pueden clasificar por sus elementos: pueden ser simples (cuando constan de una sola raíz) o compuestas (cuando constan de dos o más raíces).  Una palabra simple es “piedra”, una palabra compuesta es “altamar”. En el caso del idioma español, además, hay la posibilidad de que haya otras palabras que también son compuestas porque implica una concatenación de palabras para designar un nombre, ejemplo: “estrella de mar”. En este sentido, las palabras compuestas problematizan la definición de palabra, pues pareciera que “estrella de mar” está constituida de tres palabras; sin embargo, este conjunto es más que su suma y significa un nombre, un concepto propio distinto a “estrella”, a “de” y a “mar”.  Remite a un tipo de ser vivo, y no significa literalmente que sea un astro incandescente en el mar.

Un tipo de palabras extra que se suele añadir en estas clasificaciones de palabras son las derivadas, que están formadas a partir de una raíz y de un afijo derivativo, por ejemplo: papel (que es una palabra simple, se transforma en papelera (que es una palabra derivada).

En el caso del inglés encontramos palabras compuestas que son el producto de la ligazón de dos palabras, como “it´s”, que es la vinculación de “it” y de “is”.  A este fenómeno en lingüística se le llama “palabras ligadas”. Cabe mencionar, que las palabras simples a su vez se dividen en primitivas y derivadas. Las primitivas son palabras simples que no proceden de otro vocablo de la misma lengua, mientras que las derivadas son palabras simples que proceden de otra palabra de la misma lengua.  “Mesa” es primitiva y “meseta” es derivada; “libro” es simple, “librería” es derivada.[6]

Clasificación de las palabras por su significado

Otra forma de clasificar las palabras es en función de sus significados. Desde esta perspectiva las palabras se implican o excluyen, dando las siguientes relaciones:  hiponimia, meronimia, sinonimia y antonimia.  Los términos hipónimos son aquellos que muestran inclusión de significado o hiponimia. Si decimos “en aquella jaula hay un gato” y decimos “en aquella jaula hay un mamífero” entendemos que “gato” y “mamífero” tienen una relación de inclusión, porque el concepto de “gato” implica que éste sea “mamífero”.  Un hipónimo implica que equis es un tipo de ye.[7]  La meronimia se refiere a una relación de parte-todo: “brazo” es merónimo de “cuerpo”.  El merónimo es un concepto que supone ser parte de otro concepto más amplio. La diferencia entre los conceptos hipónimos y merónimos es clara. Un hipónimo en su significado implica al significado del otro, es decir, todo “gato” es “mamífero”, lo cual no lleva a concluir que todo “brazo” sea “cuerpo”.  El “brazo” es una parte del “cuerpo”, por ende, es su merónimo.[8] La sinonimia es el proceso de identidad de significados que tiene dos nombres, como “gato” y “michi”. De ahí surgen los nombres sinónimos. La antonimia es el proceso de oposición de significados, entendidos no solamente como distintos, sino como opuestos en dos polos distintos, como “conseguir” y “fracasar”.

Las palabras en las lenguas

Las palabras interaccionan de manera distinta según el idioma. Así pues, las lenguas se han clasificado en función de la interacción de sus palabras en cuatro tipos:  aislantes, aglutinantes, flexivas y polisintéticas.  Las lenguas aislantes, son el chino, el vietnamita y otras lenguas del Extremo Oriente. Y algunas del África Occidental.  Son lenguas que tienen pocos morfemas ligados. En vietnamita no hay la palabra “jugador”, hay una palabra que equivale a “jugar-persona”.  Luego están las lenguas aglutinantes que juntan muchos morfemas.  El turco, el finlandés, el húngaro, las lenguas bantúes africanas, las lenguas amerindias, las de Oceanía, las de Rusia, el latín, y el español son aglutinantes. Juntan muchos morfemas en sus palabras.  Estas lenguas cuentan con casos, es una forma especial que se usa para señalar relaciones gramaticales. Los casos son: el nominativo, el acusativo, el genitivo, el dativo y el ablativo.  El nominativo señala que el nombre funciona como sujeto de la oración, el acusativo señala que el nombre funciona como objeto directo del verbo. El genitivo señala posesión. El dativo indica quién sufre la acción del verbo. El ablativo se refiere a las relaciones espaciales que tiene el nombre. Las lenguas polisintéticas son aquellas en las que las palabras corresponden a las frases, para armar un morfema. El chucoto de Siberia es una lengua polisintética.  

Bibliografía

 

Agustín Mateos Muñoz, Compendio de Etimologías Grecolatinas del Español, edit. Esfinge, 46ª ed., México, 2023.

Varios, Introducción a la Lingüística, edit. Akal, 2ª ed., España, 2016.

Varios, Introducción a la lingüística hispánica, edit. Cambridge University Press, 3ª ed., Reino Unido, 2023.



[2] Varios, Introducción a la Lingüística, edit. Akal, 2ª ed., España, 2016, p. 167-168.

[3] Varios, Introducción a la Lingüística Hispánica, edit. Cambridge University Press, 3ª ed., Cambridge, 2023, p. 119.

[4] María Josefina Carmona Jiménez, Conocimiento de las etimologías grecolatinas, edit. REIMS, México, 2018, p. 38.

[5] El radical y la raíz no son sinónimos, ya que un radical puede implicar un prefijo o un infijo, además de la raíz. Entonces en ocasiones el radical es solamente la raíz y en ocasiones es la raíz más un prefijo o un infijo.

[7] Cabe mencionar que “mamífero” es hiperónimo de “gato”. Es decir, que si bien no todo mamífero es gato, basta que exista el concepto “mamífero” para abarcar entre sus muchos casos al “gato”. Ahora, pensemos en “gato”, “perro” y “cabra” como conceptos relacionados todos ellos con “mamífero”. Todos ellos son cohipónimos de “mamífero”.

[8] “Brazo” y “pierna” son comerónimos de “cuerpo”. Los conceptos que paralelamente son partes del todo, son los comerónimos. 

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