¿Qué es la comunicación no verbal?

La Comunicación No Verbal es un fenómeno y es una disciplina que estudia a dicho acontecimiento.  Se puede entender como la transmisión de un mensaje sin palabras, de acuerdo con David Matsumoto.[1]  ¿Cuándo surge esta forma de comunicación? Siempre. Es omnipresente y multifuncional.[2] El canal verbal lo podemos suspender, pero el canal no verbal jamás. Si bien el fenómeno es tan antiguo como la humanidad, su estudio serio empezó a principios del siglo XX. Inició con estudios psicológicos sobre las expresiones del rostro. Específicamente entre 1914 y 1940 se realizaron. A la par la antropología estudió los movimientos corporales como aprendidos. Hoy en día, en esta disciplina, confluyen la psicología, la psiquiatría, la antropología, la sociología y la etnología.[3]

En cuanto fenómeno, es difícil de definir bajo un solo criterio. Involucra al cuerpo y hasta las herramientas que utilizamos para comunicarnos, tales como la vestimenta, presentaciones electrónicas, sonidos, elementos medioambientales, etcétera. Se refiere a los mensajes transmitidos voluntaria e involuntariamente. Abarca a todos aquellos elementos no verbales que comunican un mensaje. Nerea San José dice que la comunicación no verbal o no lingüística es aquella en la que “los elementos de la comunicación no son plenamente simbólicos”.[4] Para ella, este tipo de comunicación no es exclusiva del hombre. Los elementos de la comunicación no son signos lingüísticos, son índices e íconos. El icono es un signo que tiene con una relación de identidad formal con el objeto o idea que representa. El índice es un signo cuyo referente participa literalmente del hecho representado. Un ícono puede ser un movimiento de manos que representa los pechos de una mujer, un índice serían los pechos mismos de una mujer representando su feminidad. La comunicación no verbal echa mano de estos signos. Ella puede ser vocal (como el sonido de una voz que refleja una emoción sin utilizar palabras) o no vocal (como un movimiento, un olor, una imagen).

Se puede decir que, independientemente de la definición, este tipo de comunicación posee las siguientes características: es omnipresente y multifuncional, aclara mensajes o los distorsiona, está ligada a la filogenia de la especie humana y a su desarrollo (ontogenética), es confiable, expresa lo que no se dice verbalmente.[5] En parte es consciente respecto a lo que se quiere transmitir, pero es inconsciente respecto al modo que lo transmitimos. Ella ha sido el producto de nuestra adaptación al medio. También es una fuente que participa de nuestras cogniciones. La Epistemología Evolutiva ha mostrado que las estructuras neuronales y físicas para la captación del lenguaje no verbal, son el producto de una historia natural.

El conocimiento se transmite tanto por la comunicación verbal, como la no verbal. Nerea San José no entiende cómo el hombre puede estar orgulloso de asumir a la comunicación verbal como El único instrumento de nuestro conocimiento.[6]  Negar la comunicación no verbal es negar parte de lo que somos nosotros.  Incluso suele transmitir mejor cierto tipo de información, aquella que está ligada a nuestra animalidad. Se puede decir que está asociada esta forma de comunicación a nuestro cerebro límbico fundamentalmente, aquella parte que gestiona las emociones  y las decisiones inmediatas o impulsivas. La valoración de una persona que conocemos por primera vez, puede hacerse en esta área en un tiempo promedio de siete segundos.[7] Es algo poco consciente y razonado. Se hace la valoración a partir de la interpretación que hacemos del otro con nuestras neuronas espejo. Cuando captamos que una expresión facial dura más de lo que percibimos como usual podemos asumir que probablemente sea falsa. También cuando no muestra una simetría en su ejecución en ambos lados de la cara podemos sospechar de una emoción fingida.

El origen de la comunicación no verbal y la infancia.

 

El origen de la comunicación no verbal es doble. Por un lado, es natural, por el otro social. Lo que surge innatamente es moldeado por la cultura.  Algunos signos son meramente naturales (como el llanto de un bebé cuando tiene hambre) y otros meramente culturales (como una seña obscena), algunos una mezcla de ambos (como el galanteo).  La homogeneización que ha producido la globalización de la cultura, ha cooperado en la homogeneización del lenguaje corporal. Mucho de lo que va a ser aportado por la evolución será troquelado en manifestaciones comunicativas o displays, que son comportamientos o acciones cuyo fin es la comunicación.  La manera en que un acto natural se transforma en un display es producida por la ritualización. Ella es la transformación de un comportamiento o acción no comunicativa en una manifestación comunicativa. Las primeras conversaciones de niño con los padres, es a través de la comunicación no  verbal. Tiene ciertos patrones de conducta filogenéticos como la búsqueda del pecho de la madre a través de la rotación de la cabeza, la succión, o que levante el niño los brazos para ser cargado. El olor de la madre será importante para identificarla. El llanto y la sonrisa son dos tipos de expresiones naturales de sentimiento. Los niños emitirán sonidos relacionados con la satisfacción, el dolor, el enojo o la frustración.  A partir del tercer mes de vida aparecen las expresiones faciales. Muchas de ellas son muy semejantes a las de otros primates. La expresión que hace un niño al atacar es muy similar a la de un mono, por ejemplo.[8] A los seis meses el niño ya tiene un repertorio comunicativo no sólo de sonidos y expresiones faciales, sino también de gestos, mímicas y posturas para la comunicación. Este comportamiento gestual sólo perderá importancia hasta la adquisición del lenguaje. Mientras tanto hará un uso importante de gestos automáticos (instintivos sin representación mental), emocionales (instintivos pero que responden a la identificación clara de un estímulo externo al niño) y proyectivos  (gestos que acompañan una emoción vinculada a una conciencia objetiva, intencional).

La comunicación no verbal tiene tres soportes: el cuerpo (las cualidades físicas o fisiológicas de éste y sus movimientos), los artefactos ligados al cuerpo o al medio (vestimenta, tatuajes, pantallas) y la dispersión en el espacial.

La comunicación no verbal suele ser una especie de complemente a la comunicación verbal. Cuando alguien se comunica verbalmente con otro, su rostro, su voz y sus manos acompañan y complementan al discurso. Al parecer, el circuito neuronal del que produce el discurso oral, interactúa el circuito neuromotor. Así que poder mover las manos al hablar aumenta la capacidad de expresión discursiva que cuando esto está impedido.

La comunicación no verbal centrada en el adulto

 

Primero que nada, hemos de señalar que estas observaciones sobre la comunicación no verbal están enfocadas en el humano adulto. No es abstracta. Es sexuada.  Los niños desde muy corta edad aprenden el lenguaje no verbal asignado a su género sexual. La precursora de este estudio es Margaret Mead, quien en 1935 sacó un estudio que postulaba que la masculinidad y la femineidad eran producto de la cultura en su libro Sexo y Temperamento.  A partir de ese estudio, el antropólogo Ray Birdwhistell creó una disciplina llamada cinesis.  Ella muestra que dimorfismo sexual implica una suma de varias características. Se sabe que están los caracteres sexuales primarios: que fundamentalmente están dados por las gónadas. Luego están los caracteres sexuales secundarios, que están dados por la madurez sexual: el crecimiento de los senos, el ciclo menstrual, el cambio de voz.  Por último, están uno caracteres sexuales terciarios que son dados por indicadores del sexo (movimientos, gestos asociados a uno u otro género).  Estos indicadores se dan durante el galanteo y el comportamiento cotidiano.  Los indicadores no son solo en el ámbito de la seducción.  Más aún las diferencias entre las personas y su comunicación no son sólo sexuales, sino también psicológicas. Los movimientos del cuerpo son como una firma que revela el carácter de la persona.

Otra tesis importante es que es aspecto físico está culturalmente programado, de acuerdo con Birdwhistell.[9]  Lo más radical de la teoría propone que la forma del rostro y del cuerpo dependen de una educación cultural, la parte más mesurada nos remite a nuestros paradigmas de belleza y torpeza, de agilidad y torpeza son culturales. Nuestra manera de mover el cuerpo es modelada por la educación. Nuestra postura corporal no es del todo natural.  Solemos imitar las actitudes corporales de los demás. Manifestamos a través de ellas emociones de agrado o desagrado, imitamos gestos que suelen ser propios de nuestros familiares. También tenemos un ritmo corporal, formas someras de baile que ejecuta el cuerpo en torno a un discurso: movimientos de manos, cabeceos, parpadeos. Cuando hay una enfermedad mental, estos ritmos se alteran. Así sucede con enfermos de esquizofrenia, autistas, Parkinson, etc. El lenguaje de una conversación tiene un ritmo. El receptor se sincroniza con el habla del emisor. La conversación misma adquiere un ritmo que siguen sus interlocutores. Y no es que el escucha se sincronice al emisor por escucharlo, sino ambos lo hacen por una especie de acto reflejo, una reacción inmediata.[10]  La base del fenómeno es biológica. Los seres humanos estamos determinados en nuestros cuerpos por una gran cantidad de ritmos. A este fenómeno social se le llama sincronía interaccional. William Condon habla de él como un movimiento rítmico compartido en el entorno.[11] No obstante, el descubrir de los ritmos interaccionales fue el antropólogo Eliot Chapple.[12]

Ahora bien, las relaciones humanas tienen un significado social.  Según Ray Birdwhistell. La mayor parte de las comunicaciones se hacen por debajo de la conciencia y sin palabras. No más del 35% del significado social de cualquier conversación, corresponde a palabras. Si no concentramos sólo en la comunicación de emociones: el 7% de ellas es transmitido por el lenguaje. El 93% de ellas es transmitido por la voz (38%), las expresiones faciales, la postura y los movimientos del cuerpo (55%), según investigó el psicólogo Albert Mehrabian.[13]

Todos los seres humanos practicamos la comunicación no verbal y la entendemos. Hay quienes se comunican mejor o peor no-verbalmente; hay quienes intuyen mejor o peor los mensajes.  El ser humano en su proceso de comunicación es más emocional que racional. Nos guiamos primero por las emociones que nos genera nuestra comunicación.  En un primer momento generamos intuiciones asociadas al sistema límbico, en un segundo momento razonamientos ligados a una reflexión en el neocórtex.  Esto está diseñado para la supervivencia, al instinto. Nuestro sistema límbico nos genera una impresión primera para detectar un peligro.  Ahí se encierran cogniciones y emociones que el cuerpo refleja y que hay un intérprete que interpreta.   Este primer sistema está ligado al lenguaje corporal. Nuestro lenguaje corporal está asociado a nuestro estado de ánimo (aunque podemos ocultarlo, requiere práctica). Lo cierto es que la ejecución forzada asociada a una emoción puede generar esa emoción después de cierto tiempo.  Lo cierto es que cuando captamos una discrepancia entre las palabras y el comportamiento no verbal, o cuando recibimos un mensaje no verbal inadecuado, prestamos más atención a la comunicación no verbal.  Regularmente, cuando conocemos a una persona solemos elaborar un juicio sobre el otro en un periodo de 7 segundos.

Los canales de la comunicación no verbal

 

Los canales de comunicación en el adulto son seis: el auditivo (formas de conducta comunicativa que se perciben por el oído, como la calidad de la voz, manera de hablar, ritmo, acento), el canal visual (formas de conducta comunicativa que se transmite por la vista: expresiones del rostro,[14] miradas, movimientos corporales, gestos, distancia, la apariencia física),  el canal táctil (forma de conducta comunicativa a través del tacto: abrazo, contacto de manos, caricias) y los siguientes canales prácticamente poco explorados de la comunicación no verbal: el térmico, el gustativo y el olfativo.

Bibliografía

 

Versión Completa. La importancia de la comunicación no verbal. David Matsumoto, psicólogo - YouTube (consultado el 23 de noviembre de 2020).

https://es.wikipedia.org/wiki/Comunicaci%C3%B3n_no_verbal (consultado el 23 de noviembre de 2020).

Catalina Pons, Comunicación no verbal, editorial Kairós, edición Kindle.

Flora Davis, La comunicación no verbal, edit.  Alianza, Madrid, 2013.

Nerea San José, La comunicación no verbal. Una nueva perspectiva epistemológica para el hombre, edición Kindle.



[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Comunicaci%C3%B3n_no_verbal (consultado el 23 de noviembre de 2020).

[4] Nerea San José, La comunicación no verbal. Una nueva perspectiva epistemológica para el hombre, edición Kindle.

[6] Nerea San José, La comunicación no verbal. Una nueva perspectiva epistemológica para el hombre, edición Kindle.

[7] Catalina Pons, Comunicación no verbal, editorial Kairós, edición Kindle.

[8] Flora Davis, La comunicación no verbal, edit.  Alianza, Madrid, 2013, p. 242.

[9] Flora Davis, La comunicación no verbal, edit.  Alianza, Madrid, 2013, p. 62.

[10] Flora Davis, La comunicación no verbal, edit.  Alianza, Madrid, 2013, p. 175.

[11] Flora Davis, La comunicación no verbal, edit.  Alianza, Madrid, 2013, p. 169.

[12] Flora Davis, La comunicación no verbal, edit.  Alianza, Madrid, 2013, p. 184.

[13] Catalina Pons, Comunicación no verbal, editorial Kairós, edición Kindle.

[14] El rostro tiene estados afectivos primarios: la felicidad, sorpresa, temor, tristeza, cólera, disgusto e interés. 


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