El Estudiante. Reflexión sobre la película.

El Estudiante es la opera prima del director Roberto Girault realizada en 2009 con un presupuesto de 20 millones de pesos. He de confesar,  que en mi opinión, es una producción mal actuada, mal dirigida,  con un  mal guion. No obstante, a pesar de todo ello, encierra un valor peculiar en su mensaje, que me produce sentimientos encontrados de satisfacción e insatisfacción. Con algunas escenas  bien logradas, algunas frases poderosas  y ciertas imágenes muy simbólicas, la película cobra relevancia, a pesar de algunos clichés, ideas muy conservadoras y algunas cursilerías, que francamente me sacaron las lágrimas. Tal vez  por esta paradoja, fue bien recibida en la taquilla, ya que es una película mexicana que se mantuvo más de cinco  meses en la taquilla, generó más de un millón de espectadores en las salas de cine, recaudó cuatro millones de pesos,  ganó 6 premios  en la XL edición de los premios de la Diosa de Plata  y el tercer lugar en el XXV Festival de Cine Latino de Chicago.

La película trata de lo viejo: un  viejo libro (El Quijote, que por cierto es el segundo más editado en el mundo y es la primera novela moderna)[1] un viejo velador que en ratos es intendente y en ratos director de teatro,  un grupo de viejos amigos que tocan música juntos,  una vieja pareja,  y un viejo  idealista, de nombre Chano,  que  ha leído al Quijote  y  se hace  un estudiante de Literatura en la Universidad de Guanajuato.  La ciudad en la que ocurre la trama es una en la que la cultura y la tradición están muy arraigados.

En este escenario, la juventud y la vejez se enfrentan y descubren que las edades son secundarias a las personas, que las generaciones no cambian tanto en lo que se refiere a emociones, aspiraciones, miedos y problemas.  Sin embargo, las diferencias son obvias: la edad, la situación de la salud y del cuerpo, los hábitos, los valores y las circunstancias cambian. Los problemas del  lenguaje se hacen presentes, en  un principio, para la comunicación; los prejuicios también. Pero detrás de tanta diferencia,  la película trata de abordar lo que  no cambia, de rescatar a lo clásico en la literatura, la música,  el amor.  Porque en esas grandes “obras” hay una gran sabiduría que se expresa y debe de vivir. Don Chano, al igual que Don Quijote simboliza la mismísima sabiduría que pretende orientar a una juventud desorientada, representada por sus compañeros de estudios: Santiago, Cármen, Alejandra, Marcelo, Eduardo.  De hecho, don Chano es la encarnación septuagenaria en el México Contemporáneo de Don Quijote de la Mancha, según el ejercicio imaginativo que realizó el guionista del filme Gastón Pavlovich. Claro que el viejo nunca deja de aprender, Don Chano recibe su última enseñanza con la  repentina muerte de Alicia,  su esposa. Él es un estudiante, y como cualquier ser humano, nunca deja de aprender, pero a la vez, no deja de enseñar, trata de rescatar y transmitir valores perdidos  o devaluados como la caballerosidad, la amistad, el noviazgo, el valor de la vida, la maternidad,  la pareja, la fidelidad, el amor.  Como ya dije, la película me deja sentimientos encontrados.

Ahora bien, para efecto de generar debate, la película me genera las siguientes preguntas, que quisiera compartir con ustedes y escuchar sus respuestas: 1) ¿los valores son siempre iguales o necesariamente cambian?, 2) ¿La vejez necesariamente va acompañada de madurez y la juventud de inmadurez?,  3) ¿Las personas conservan siempre una esencia o pueden cambiar a lo largo del tiempo?

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[1] El Quijote es una novela que fue publicada en 1605. Posiblemente existió una versión más corta escrita por Cervantes que circulara antes de ese año.  Posteriormente, en 1614 surgió una segunda parte, de la cual, Cervantes no fue el autor, sino un Alonso Fernández de Avellaneda, que pretendió atacar y criticar a Cervantes. Eso obligó a Cervantes Saavedra a redactar la segunda parte de su obra y matar definitivamente en ella a su personaje. Dicha segunda parte salió a la luz en 1615.