99 minutos en el Cielo (reseña)

Este documental de Peter Rodger (guionista y director) es una obra interesante, escandalosa para algunas personas conservadoras en la religión, pero que en realidad, invita a la reflexión, al conocimiento y en especial a la tolerancia religiosa. Fue lanzado en 2009 al público, en México se presentó en 2010 y en 2016 se vendió en formato DVD. Su título original es “Oh my God”. Es un largometraje de 85 minutos (no de 99). Su grabación duró tres años. Se realizó en 23 países de los cinco continentes (América, Asia, África, Europa y Oceanía).  Algunas de esas naciones son Japón, India, Israel, Palestina, Kenia, Tanzania, México, Guatemala, Estados Unidos, Australia, Bali, etc. Refleja la opinión de mucha gente y culturas ante la pregunta “¿qué es Dios”. Los entrevistados son personas ordinarias y algunos famosos como el cantante Seal, el ex beattle Ringo Star, el actor Hugh Jackman o el ilusionista David Copperfield. Lo mismo entrevista a ateos,  a agnósticos, que a creyentes y líderes religiosos. Son entrevistados practicantes de las principales religiones: el Cristianismo, el Hinduísmo, el Budismo, el Islam, el Judaísmo. Pero también refleja la visión de gente con prácticas autóctonas religiosas, como sucede con los maoríes, los aborígenes australianos o los  antiguos indígenas mayas.  
La crítica no ha sido muy bondadosa con su documental. Sólo elogian su producción visual y riqueza de escenarios.  Sin embargo, me parece injusta. En lo personal, creo que las expectativas de muchas personas rebasan el objetivo del documental. Este filme no pretende dar una respuesta definitiva a la pregunta sobre Dios, ni demostrar su existencia o inexistencia. Se hacen muchas preguntas: ¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios?, ¿por qué las religiones quieren ostentarse como las representantes de Dios?, ¿qué sabemos realmente de Dios?, ¿quién o qué es él? Las respuestas son muchas. Se muestra a un Dios que exige sacrificios animales y humanos, uno que manda a la guerra, uno que castiga, manda al infierno, que es poder, control social, dinero. Pero también uno que es servicio, meditación, introspección, solidaridad y especialmente amor. El concepto de Dios que Rodger retrata hacia el final de su documental, coincide con la postura de Raymundo Lulio: Dios es fundamentalmente amor. Pero la finalidad es otra: mostrar la variedad religiosa entre las culturas y lo absurdo que resulta la confrontación entre éstas.  

 Bibliografía


http://www.filmaffinity.com/mx/reviews/1/144706.html (consultado el 22 de abril de 2017).

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