Por qué no soy positivo

 

Estamos en un mundo en crisis. Si bien en cada época eso se ha sospechado, este mundo realmente lo está. No solamente hablo de una supuesta problemática de valores, sino me refiero a muchos otros asuntos espinosos, como: el cambio climático, el ecocidio, la seguridad pública e internacional. Ante un mundo tan pesimista, ha surgido la tendencia hacia la positividad. De ahí que exista la psicología positiva.  Ante un escenario tan caótico pareciera que la positividad es el antídoto para sobrevivir y progresar.   La positividad está ligada al optimismo, la felicidad y la aceptación.  Nada de malo hay en esto.  Aristóteles pensó que el fin del hombre está en la felicidad.  ¿Qué de malo hay en querer ser feliz? ¿Qué puede haber de malo en buscar lo mejor de cada cosa? ¿Qué puede haber de malo en aceptar las cosas como son?  Suena bien. Sin embargo, confieso: no soy positivo.  No, no me malinterpreten, no es que no quiera ser feliz, lo intento, pero sé que no se puede serlo todo el tiempo. De hecho, considero que la positividad puede ser bastante tóxica.

Recuerdo cuando murió mi tortuga cuando era niño. Fue el primer encuentro con la muerte. Lloré y sufrí. Y ese preludio no me preparó para para pérdidas mucho peores: las de mi abuela y mi amiga Aurora. Tampoco creo que nunca se esté preparado lo suficiente para afrontar cualquier pérdida que tenga. ¿Qué rayos se puede tener de positivo en nunca volver a ver a su ser querido y saber que nunca más lo vas a tratar? ¿Cómo se puede ser feliz cuando acaba de morir? Si bien, ninguna desgracia es para siempre, tampoco ninguna gracia es eterna.  

En México tenemos casi 100 mil desapariciones del 2003 a la fecha, se cometen más de 30 mil homicidios al año, se realizan 3 secuestros al día en promedio. A diario se cometen robos, fraudes, extorsiones, lesiones y amenazas. Se cometen cerca de 3 millones de delitos al año, según el INEGI[1] y solamente entre el 2 y 3% termina en la consignación de los culpables.  La deforestación, la pérdida de ecosistemas, la disminución del agua potable siguen en incremento.  El problema del ecocidio está ligado al crimen organizado, a los intereses transnacionales. Quien intente resolverlo y empiece a dar resultado tiene un lugar garantizado en el panteón. La mayoría de los trabajos son explotadores, con mal ambiente laboral. Discúlpenme por no ser positivo.

Mi vida ya no es la búsqueda de la felicidad, es la búsqueda de sentido en el absurdo. Un pesimista en realidad es un optimista bien informado. La felicidad es un anhelo, no una realidad. He sido feliz, pero por momentos. Y valoro los momentos de felicidad, justo porque son escasos. Pero sé que este mundo no es mejor, no lo está siendo. El progreso es tecnológico, no moral.  El progreso es abrumador, pero no sustentable.  ¿Qué puedo esperar? Ser cínico y paradójico. Debo decir: nada va a cambiar, pero aún así debo de disfrutar y tener plenitud.

Ahora díganle a un indígena chiapaneco o guerrerense muy pobre, que padece desnutrición, que su pueblo ha sido asolado por el crimen organizado, que no tiene acceso a servicios básicos, educativos y de salud, uno de esos que van a vivir a lo mucho 40 años que sea feliz, que encuentre lo mejor a cada mala situación que vive y que acepte su situación (de explotación y miseria). Señores, los tóxicos no son los pesimistas, sino los optimistas que viven en la negación.

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